¡Llegamos! El último episodio de mi podcast De Tripas Corazón. En sus 16 entregas hablé con personas a las que admiro porque se han atrevido a tomar riesgos sin ninguna garantía de éxito. Gente se atrevió a ser vulnerable, y por ende gente muy valiente e inspiradora.
Algunas de las conversaciones fueron muy duras, como cuando hablé con Laura o Hazel. Con Laura cubrimos el tema de abuso sexual y el tener un hijo con necesidades especiales. Hazel perdió a su esposo y dos hijos en un accidente de tránsito. Y sin embargo, ambas conversaciones fueron historias optimistas, llenas de sabiduría y de reflexiones íntimas sobre cómo salir adelante y reconectar con la alegría de estar vivos.
Otras conversaciones fueron filosóficas, lo cual no significa que fueran abstractas o aburridas. Con Jose Chacón hablé sobre por qué él decidió tomar una historia de abuso y tensión familiar y usar eso como el combustible para llevar a cabo su misión de liderar una comunidad de fe. Con la diputada Paola Vega conversé sobre feminismo y sobre la valentía que se necesita echarse encima los temas más controversiales de la Asamblea Legislativa en un país tan conservador como Costa Rica.
Y otras conversaciones, la mayoría, no tuvieron que ver con sucesos tan trascendentales como el abuso, la muerte o la vida en la política. Hablé con emprendedores que se atrevieron a apostar por su propia empresa, hablé con artistas que se atrevieron a dedicarse a su pasión y hacer carrera en sus disciplinas plásticas, y hasta hablé con mi amiga Claudia, una persona completamente normal que por vueltas de la vida terminó siendo la primera dama de nuestro país.
En el último episodio, para despedirme, contesté preguntas que recibí en correos de las personas que escucharon las conversaciones. Me honra muchísimo que el contenido del podcast resonara con ellos y se tomaran el tiempo de hacérmelo saber.
Para esta columna, solo quiero compartir mi respuesta a la pregunta ¿cómo ha cambiado mi percepción de la vulnerabilidad desde el inicio de los podcast hasta ahora? Básicamente, el ejercicio me obligó a tomar una cucharada de mi propia medicina y me forzó a exponerme y ser vulnerable. Y fue difícil.
Estas conversaciones las grabé en el 2019 y no las publiqué en Delfino.cr hasta el 2021… Porque me daba horror. Una vez que ya había editado todo y que los podcasts estaban listos… no me atrevía a compartirlos porque no sabía si la gente iba a pensar que era una estupidez. Y así pasaron dos años hasta que me atreví a pedirle a Diego Delfino que publicara los podcasts, y cuando me dijo que sí yo sabía que ya no podía echarme para atrás.
En el podcast con Paola Vega recibimos bastantes comentarios negativos simplemente por el hecho de hablar sobre feminismo. Resulta que uno de los gráficos para redes sociales que diseñé para promover ese podcast iba con una falta gramatical, y lo publiqué sin darme cuenta. Recibí mensajes diciéndome que yo no era nada y a nadie le importaba lo que yo pensara o quisiera decir, porque además había demostrado que tenía muy poca capacidad intelectual porque no sabía escribir correctamente. Ouch!!!! Me dio muchísima verguenza, y más con doña Paola, que me había donado su tiempo sin conocerme ¡y yo compartiendo gráficos mal escritos! Pero al final decidí dejar el gráfico ahí y no quitarlo, porque yo, al igual que todo el mundo, me equivoco. Y tenemos que dejar de pedirle a todo el planeta que sea perfecto y que piense exactamente igual que nosotros, para poder ser respetuosos con ellos. Recordemos el dicho: “Trata a los demás como gustaría que te trataran a ti mismo”
¿Así que qué aprendí sobre la vulnerabilidad? Que es muy incómoda, que se siente muy feo muchas veces, pero que vale completamente la pena. Porque aprendemos, crecemos y nos permite mirarnos a nosotros mismos a los ojos y decir “vos valés la pena, lo que pensás y sentís, tiene valor”.
Les agradezco enormemente haberme acompañado en este proyecto, y especialmente a Diego Delfino tenerme la confianza de publicar esto en su plataforma online. ¡Gracias Diego!
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