Por Carlos Martínez Sánchez - Estudiante de la Especialización de Diseño Gráfico

Cada individuo, en su ser, es obra de una creatividad divina. Como elijan llamarlo, es, como ser individual –en su libre albedrío– capaz de pensar y evolucionar por medio de la creatividad. Desde los inicios de la humanidad, por el hecho primitivo de la subsistencia, hasta el día de hoy con todo lo que ha hecho, con el deseo de saciar sus necesidades, o simplemente cubrirlas, lo hace ir más allá de su entorno para explorar y desarrollar sus capacidades a su máxima expresión. Aquí entra la pregunta existencial de la creatividad: hoy en día, ¿cuánta libertad, como seres individuales, tenemos para crear dentro de una realidad completamente estructurada?; ¿será posible ser creativos en un mundo normalizado? O, simplemente, ¿seremos usurpadores de arte, donde copiamos y mejoramos lo que ya existe?

El mundo, a través de la historia, ha venido en un proceso evolutivo del que prefiero no entrar en análisis profundo, porque nos tendríamos que cuestionar desarrollos de la historia que, en la actualidad, no poseo las herramientas para explicar cómo se ejecutaron. Pensando en esto, puedo decir que –evolutivamente– hemos crecido de manera muy rápida, creando sociedades altamente estructuradas y normalizadas que nos han llevado a vivir en el “todo está hecho” o en lo que “no está hecho”, y que obliga un proceso de prueba. Nuestras generaciones, después de los “babyboomers”, han crecido de la mano de la tecnología, con el mayor impacto sobre las generaciones que vienen después de la “Generación Y”. Esto ha llevado a creer que todo nos ha sido dado y que todo está creado.

Entonces, ¿cuánta libertad hay para crear? ¿Debo decir que la misma que tuvieron las primeras civilizaciones?; ¿la misma que tuvieron las generaciones antes de las postguerras? o ¿la misma que tenemos las últimas generaciones que aún estamos con vida?
Las estructuras no deben matar la libertad de ser creativos, la normalización no debe matar el deseo de redefinir lo que buscamos para nuestro futuro. Simple y sencillamente, debemos comenzar a pensar diferente dentro de un mundo que debe redefinir la forma, y la manera, de hacer las cosas. Las sociedades somos todos; no hay raza, religión, color, ni identidad. Las sociedades deben verse como un todo, porque para bien o para mal, vivimos todos en un mismo mundo.

La aspiración de cada individuo, de cada sociedad, de cada organización, de cada comunidad, debería ser la de influenciar un rompimiento en las barreras que han estancado la creatividad de cada uno, y no –particularmente– en la libertad de crear. Puedo decir que somos libres para ser creativos y transformar nuestras sociedades, que tendríamos que ser escollos para los estereotipos, y que deberíamos dejar de ser “hampones” del arte, aunque estos conceptos serían más profundos, sí habláramos de comunicación con los elementos y las estructuras dadas, no así con los cambios que podamos generar para crear nuevas formas de transmitir nuestros mensajes. Dependerá de cada uno de nosotros cambiar, con cada acción que hagamos, las cosas.

Entre tanto, hemos visto que las cosas pueden cambiar tan rápido que no estamos preparados para enfrentarlas. Pienso que estamos en una nueva era donde volvemos a definir las cosas, los sueños y nuestro futuro, como queremos. La simplicidad de la vida puede volver y es ahí donde la creatividad florecerá. Ser simple –y creativo– no es aislarse de lo que hoy en día se tiene la fortuna de tener. Basta con crear un vivir en plenitud, un disfrutar de lo que se hace, un amar lo que nos rodea y que nos hace felices. Todo consiste en “aleccionar” a nuestra forma de vivir a siempre creer y pensar que la creatividad la podemos tener todos.

La libertad de reunirnos a compartir ideas podría estar creando algo nuevo; una creatividad en una sociedad que se basa en la empatía, en las emociones, en las experiencias, en lo racional. Procuremos un espacio –como seres individuales– en que podamos crear espacios en comunidad. Una tarde de café con amigos puede ser un buen momento para comenzar a ser creativos, un espacio para la soledad es alimento para el cuerpo y el alma; tómense un sueño, hagan algo que siempre han querido hacer: créenlo, destrúyanlo y vuélvanlo a crear.

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.