Jose Tenorio trabajaba en un lugar que le gustaba, entre amigos y con clientes pura vida. Pero se sentía estancado. Especialmente porque Jose es una persona creativa, y sentía como si la similitud de los días y proyectos lo estuviera marchitando. Así que tomó la decisión de renunciar para ser su propio jefe y dedicarse a su pasión. “No quería que pasaran 10 años y ver hacia atrás y decir que no lo intenté”, me dijo en este episodio del podcast De Tripas Corazón.

Desde entonces, esto es algo que Jose no ha hecho una o dos veces. Cada vez que Jose siente que cumplió un ciclo, desmantela todo y cambia la dirección. “Hay que luchar contra uno mismo, contra la tentación de quedarse”, Jose sabe que tiene una gran determinación que lo hace buscar nuevos retos, y que le da la fuerza para reinventarse de nuevo.

Los decabezados

Jose salió de su trabajo para dedicarse a la fotografía como freelance. Sentía que al trabajar para sí mismo, no había restricciones y podía dejarse ir. Una amiga lo vacilaba con sus fotos de “descabezados” porque Jose experimentaba con retratos poco convencionales. Pronto, sus semanas se llenaron de sesiones, los sábados de bodas y los domingos de cobertura de partidos de fútbol.

Pasaron cuatro años y un día recibió una llamada. Una amiga lo quería invitar a una fiesta, a pesar de que ya sabía que él no iba a tener tiempo de ir. Jose se replanteó sus prioridades y se dio cuenta de que necesitaba un balance. Dejó todo, cerró proyectos, empacó sus maletas y se fue de viaje por tres meses, para resetear.

No

Jose nunca deja las cosas botadas o quema puentes con sus clientes. Sabe que, si sus nuevas aventuras no funcionan, necesita tener puertas abiertas con antiguos clientes y colaboradores. Aún así, cuando toma la decisión de cambiar de rumbo, tiene que hacer uso de mucha fuerza de voluntad, para decir que no a nuevos proyectos que puedan encadenarlo. “A las personas a veces les parece arrogante que yo diga que no cuando me ofrecen algo”, me contó, “esa es la parte fea, pero hay que atreverse”.

El valor de cerrar las puertas a compromisos que puedan limitarlo, es una cosa. Hacer todo eso en público, es otra. Jose utiliza las redes sociales como una especie de presión extra, y cuando decide caminar una nueva ruta, siempre lo anuncia en sus redes. Es como asumir un compromiso y tener que cumplirlo porque ya lo publicó a los cuatro vientos.

Todo puede salir mal

Antes de dar cualquier salto, investiga el área en el que planea desenvolverse, deja todo en orden con los clientes y se asegura de tener una especie de red de seguridad. “Yo no voy a caminar en la cuerda floja sin esa seguridad”, dijo, “uno siempre tiene que saber quién te respalda y quién te va a dar la mano si te hace falta”.

Una vez que tiene eso, y ha hecho la tarea, es cuando Jose se permite el salto de fe. “¿Para qué controlar todo, si igual puede salir mal?”. Para Jose el ser su propio jefe significa lograr un balance muy difícil, entre soltar y fluir, pero al mismo tiempo seguir impulsando las cosas para que avancen a buen ritmo. Jose lo logra, y es como el unicornio mágico: una persona extraordinariamente creativa y aventurera, que además es ordenada y formal.

Jose Tenorio trabajaba en un lugar que le gustaba, entre amigos y con clientes pura vida. Pero se sentía estancado. Especialmente porque Jose es una persona creativa, y sentía como si la similitud de los días y proyectos lo estuviera marchitando. Así que tomó la decisión de renunciar para ser su propio jefe y dedicarse a su pasión. “No quería que pasaran 10 años y ver hacia atrás y decir que no lo intenté”, me dijo en este episodio del podcast De Tripas Corazón.

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