La historia que les quiero contar hoy es la historia de una institución que vive en el corazón de miles de costarricenses, que cuando nació en 1971 se preocupó por llevar teatro a todos los rincones del país, creó un programa de giras, en los buenos años se habla de hasta 300 giras, noches de verano, risas, llantos, y comunidad. La Compañía Nacional de Teatro (CNT) se dedicó a ocupar con elegancia, magia y técnica un espacio privilegiado en la vida de las personas costarricenses. La historia que les quiero contar hoy es sobre un gremio de artistas de las artes escénicas que crecieron con resiliencia al lado de esta Compañía que se puso como misión conectar a las personas con sus derechos culturales a través del teatro, uno de los artes de más antigüedad que practicamos los seres humanos. La historia de hoy es sobre las historias, el drama, la comedia, el desamor, desilusión, pero con un gran componente de esperanza; es decir, todas esas emociones que llevamos muy dentro de nuestro corazón.

La CNT nació en el espíritu de políticas públicas de un Estado Benefactor, al lado de una serie de instituciones de atención social. Mentes visionarias entendieron que a través del teatro se sana y alimenta el alma de las personas. El espíritu de nuestros creadores era hacer la vida de las personas mejor dándoles acceso al teatro. Y así fue: en la historia de la Compañía hay títulos de títulos producidos, comunidades que esperaban el montaje de la “Compa”, dicen que las personas se vestían de “domingo” para ir al teatro y que la gente “se salía por las paredes”, así lo cuentan José Gerardo nuestro comunicador que junto a los técnicos recuerdan con nostalgia un lugar que fue posible por una política cultural contundente y con gran atención al teatro.

Al lado de la Compañía Nacional de Teatro crecieron grandes intérpretes que usted y yo llevamos en nuestra memoria. Nuestra exquisita selección de actores y actrices nacionales son el resultado de espacios como la Compañía que, junto a instituciones educativas, grupos independientes y comerciales de teatro han hecho crecer el arte de contar historias en escenario en Costa Rica. Muchas historias han pasado por nuestros escenarios que se convierten en nuestro patrimonio cultural vivo pero que además nos ayudan a entendernos como sociedad, pensando el escenario como ese espacio para cuestionar al statu quo, donde el tiempo se detiene y podemos ser, pensar y decir eso que llevamos en el alma. Eso que sucede en el escenario es mucho más que un espectáculo, es esencialmente producir relaciones entre quienes están en escena y el público y cuando eso pasa, solo hay posibilidad de algo nuevo.

Cincuenta años después tenemos una CNT muy distinta a la que hicieron sus creadores, su identidad ha estado en constante cambio, para bien y para mal. La burocracia —a veces inexplicable y casi todas las veces frustrante— amenaza al Estado como un todo pero aún más a las instituciones de arte y cultura y los recortes presupuestarios que vienen han enflaquecido nuestro alcance. Sin embargo, con la memoria muy clara y con los lentes del 2021 estoy convencida que hoy más que nunca el teatro debe crecer y recibir especial atención de nuestros gobernantes y tomadores de decisión.

Somos relevantes hoy más que nunca porque a través del teatro es que logramos sanar mentes y corazones, despertamos la creatividad y el pensamiento innovador, articulamos diálogos necesarios como sociedad y por supuesto que creamos historias e identidad, que son necesarios para entendernos y tomar decisiones como individuos y como colectivo. No es coincidencia que el teatro como lo conocemos hoy se haya desarrollado al lado del concepto de la democracia. El teatro es mucho más que un escenario: 26 estudios afirman que el teatro es una herramienta para la prevención y el tratamiento con problemas de salud mental, el teatro es una herramienta para que las comunidades cuenten sus historias a los turistas que les visitan, es maravilloso para hacer intervención social, emprendimiento de juventudes, también le enseña a las personas a ser más libres, el teatro finalmente es ese soplo cálido que nos ubica en un espacio donde podemos ser en libertad.

Dicho esto, es absolutamente necesaria la existencia de una compañía estatal que le devuelva a la ciudadanía sus impuestos con creación artística, con el rescate, fomento, y difusión de la cultura para generar mejores realidades como se ha hecho hasta ahora. El arte y la cultura son esenciales para nuestra sociedad, porque lo son para nuestros corazones. Tal vez no somos lo que fuimos, pero tenemos la posibilidad de ser mucho más y también de reencontrarnos con la unión y fuerza de un sector que desborda talento pero que necesita más oportunidades. Es hora de que encontremos todos los espacios juntos y juntas donde el teatro puede seguir transformando seres humanos dentro y fuera del escenario, dentro y fuera de la GAM, dentro y fuera de la institucionalidad, que un ecosistema sano es aquel que es diverso y se complementa.

El show va a continuar y lo asumimos como esa acción constante de estar en permanente laboratorio de crecimiento artístico y cultural, acompañando a las personas, sanando a través del arte, contando nuestras historias en esa coreografía que es el teatro, con música, risas y drama; para esto existe la Compañía Nacional de Teatro, para reflexionar en lo que podemos ser y serlo. Estoy convencida que un país que aprende a contar sus historias es un país que puede crear nuevas posibilidades y es por esto que nuestra compañía hoy llega a sus cincuenta aniversarios entendiendo su gran herencia pero viendo al futuro con tenacidad todas las nuevas oportunidades que tenemos para seguir impactando el mundo a través de nuestro arte. ¡Felices 50 y que inicie la nueva época de oro!

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