Luis Miguel fascina en el escenario y es capaz de llenar, cientos de veces, el mítico Auditorio Nacional de México. Sus conciertos provocan llantos y desmayos. Uno de esos conciertos, realizado en Perú, ha sido recreado en una famosa serie de Netflix que muestra cómo, en medio de una canción, una falla técnica en el sistema de audio hace que el auricular explotara en el oído del cantante.

A pesar de que la serie se ha permitido algunas licencias dramáticas, ese accidente realmente le provocó a Luis Miguel tinnitus: una enfermedad que genera en el oído un sonido de timbre, o incluso otros ruidos. El tinnitus afecta a más del 15 % de la población adulta y en la mayoría de las ocasiones ocurre, como en el caso de Luis Miguel, en una situación laboral.

Lo más frecuente

Según la Organización Mundial de la Salud la exposición al ruido ocupacional es el segundo factor de riesgo en los lugares de trabajo. Se considera que la exposición al ruido se presenta en condiciones laborales cuyos equipos y ambiente producen niveles de ruido continuo iguales o superiores a 85 decibeles, durante ocho horas de exposición. Ese es el valor límite que ha sido definido por la Conferencia Americana de Higienistas Industriales Gubernamentales (ACGHI por sus siglas en inglés) y es aceptado prácticamente en todo el mundo.

La exposición ocupacional al ruido no provoca pérdida o molestias auditivas de forma inmediata, como ocurre con las personas que presencian explosiones o manipulan equipo que produce niveles de ruido de alto impacto, o como sucedió en el accidente de Luis Miguel. La exposición ocupacional a ruido provoca daños de forma gradual, por lo que podría ser percibida mucho tiempo después.

El ruido provoca el daño y la eventual muerte de las células ciliadas. Estas células se encargan de enviar señales al nervio auditivo, que a su vez envía los impulsos al cerebro, donde se traducen en sonidos comprensibles. A pesar de que contamos con alrededor de 15.000 en nuestro sistema auditivo, las células ciliadas no son regenerativas. No vuelven a crecer. Por eso, a menos que se trate a tiempo, la pérdida auditiva por ruido provoca un daño irreversible.

Breve recorrido histórico

Cuenta Homero en su Odisea que cuando Ulises regresó de la Guerra de Troya tapó sus oídos con cera para anular el hipnótico canto de las sirenas y evitar morir ahogado. La técnica de Ulises, aplicada según el astuto consejo de la diosa Circe, es probablemente el antecedente más antiguo del equipo de protección auditiva que con mayor frecuencia utilizamos hoy para evitar la exposición al ruido.

En 1907 se creó en Hanover, Alemania, la primera sociedad contra el ruido. Sus miembros se reunían para debatir sobre las formas en que los ruidos del mundo moderno podrían afectarles. Años después, se fabricaron en la silenciosa Alemania los tapones Ohropax (combinación de las palabras “oído” y “paz”, en latín), que protegieron a los soldados del ruido de los cañones durante la Primera Guerra Mundial.

Considerando que en la mayoría de las ocasiones no es posible eliminar el ruido, se ha hecho imprescindible el análisis de las características de los equipos antes de su compra. En 2012, una encuesta nombrada como proyecto NOMAD examinó información sobre los niveles de ruido consignados en las etiquetas de la maquinaria que estaba a la venta en Europa. Esa encuesta identificó que el 80% de las declaraciones de niveles de ruido eran incorrectas o no proporcionaban la información necesaria.

Esta experiencia propició la creación de iniciativas para promover las compras silenciosas en ambientes laborales en Europa, Estados Unidos, Nueva Zelanda y Australia. Por ejemplo, la iniciativa Buy Quiet del Reino Unido informa a fabricantes, importadores, proveedores y usuarios sobre los niveles de ruido que emite un equipo, compara datos para promover la compra de aquellos equipos más silenciosos y brinda información que permite desarrollar evaluaciones de riesgo por exposición a ruido, antes de su adquisición.

Otra forma de prevenir la exposición al ruido es el acondicionamiento de equipos ruidosos y de la infraestructura de los lugares en que se ubican. Los programas de conservación auditiva también permiten evaluar la exposición ocupacional al ruido y proteger a los trabajadores, mediante la capacitación y los exámenes médicos preventivos.

En Costa Rica

De acuerdo con estadísticas de la Asociación Costarricense de Audiología (ACOA), un 20% de los trabajadores de la industria padece pérdida auditiva inducida por ruido. Esta condición figura entre las diez causas más frecuentes de consulta en los servicios médicos del Instituto Nacional de Seguros (INS).

En la legislación nacional, se establecen acciones que se deben realizar en ambientes laborales con niveles de ruido superiores a 85 decibeles, tales como la instalación de equipos que reduzcan los niveles de ruido, la segmentación de los equipos ruidosos de los trabajadores que no intervienen directamente en su operación, el mantenimiento y la señalización de esos equipos y el uso de implementos de protección auditiva.

El más reciente Perfil Nacional de Condiciones de Empleo, Trabajo y Salud de las Personas Trabajadoras de Costa Rica (2015-2019) indica que aproximadamente el 30% de las mujeres y el 50% de los hombres entrevistados están expuestos a niveles de ruido que les obligan a elevar la voz para conversar con otra persona. Este tipo de investigaciones son muy necesarias y, lastimosamente, casi inexistentes.

Es imprescindible que como profesionales en prevención de riesgos laborales trabajemos en conjunto, compartamos los análisis de nuestros ambientes laborales y, ¿por qué no?, emulemos iniciativas como las europeas de compras silenciosas, que nos permitan compartir información veraz. La articulación entre la academia, el gobierno y los colegios profesionales es vital, ya que esto no se logra de manera aislada. Busquemos espacios para escucharnos.

La pérdida auditiva por ruido se puede controlar. No importa si se trata de un cantante famoso, un héroe mitológico o un trabajador costarricense: todos tenemos derecho a contar con un ambiente laboral libre de riesgos, que pongan en peligro nuestra salud.

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