Si usted es un artista interesado en vender sus obras por medios digitales quizá haya oído hablar de los tokens no fungibles (NFTs por sus siglas en inglés). Hace un par de semanas, el artista estadounidense Mike Winkelmann, conocido como Beeple, vendió un NFT de un collage digital, por un valor de 69.3 millones de dólares. Este récord para una obra digital parece haber despertado el interés de artistas e inversionistas por los NFTs ya que este instrumento podría llegar a transformar el antiguo y elitista mercado del arte.

¿Qué son los tokens no fungibles?

En este caso se la llama token a una representación de un activo tangible almacenado en una blockchain, es decir una propiedad identificable guardada en un registro público inalterable. Esta tecnología se basa en “bloques” de datos cifrados que se registran en orden cronológico, garantizando la trazabilidad del activo o bien identificable. Sin entrar en detalles sobre su funcionamiento, lo que hay que saber es que las NFTs son blockchains “no fungibles”, es decir que son representaciones insustituibles e indivisibles de bienes considerados únicos.

Si todavía no entiende que tiene que ver esta tecnología con el arte, no se preocupe, su principio de funcionamiento es simple. Los NFTs permiten identificar y poseer una obra de arte digital única, sea cual sea el tipo de obra, garantizando que el comprador del NFT sea el dueño del ejemplar “original”, inclusive si la obra es de libre acceso en internet. Es exactamente lo mismo cuando usted compra una copia de una pintura famosa, la copia podría llegar a ser eventualmente idéntica, sin embargo no posee la obra original del artista, la cual vale millones.

Descrito de esta forma, los NFTs no parecen tener nada de revolucionario, y en efecto el valor de NFT se basa en la rareza ficticia que crea. ¿Por qué ficticia? Por qué usted podría conseguir una copia idéntica (realmente idéntica) de la misma obra digital de manera gratuita, aunque no posea el único NFT que permite identificar el carácter único del ejemplar que posee. Por ejemplo, yo podría descargar una copia de la obra “Everydays — The First 5000 Days”, del artista Beepel, pero a diferencia del comprador que pagó millones por su token no fungible, no dispongo de un elemento irremplazable que represente mi posesión sobre esta obra.

Esto no quiere decir que invertir en estos tokens no valga la pena. Los NFTs son una forma innovadora de revalorizar el trabajo de los artistas contemporáneos en un contexto en el cual las creaciones artísticas compartidas en internet no les permiten financiar su trabajo. Invertir en una NFT te permite apoyar a tus artistas preferidos para que puedan seguir produciendo. Además, a diferencia de las donaciones, algunos NFTs les dan a los artistas de un porcentaje de la ganancia en cada transacción, aumentando sus ingresos en función del valor que la obra adquiera en el mercado con el tiempo.

Lo cierto es que los NFTs, como cualquier otra criptomoneda, se prestan a burbujas especulativas. Por ende, lo más probable es que esta tecnología no cambie las dinámicas del mercado del arte internacional. Es incierto el futuro de los NFTs, incluso el consumo energético de los servers en los cuales se almacenan podría llegar a ser insostenible,  sin embargo, como ha sido el caso para muchas otras tecnologías, estas quizás permita nuevos modelos de negocios valiosos para artistas contemporáneos e inversionistas.

Si usted es un creador de contenido digital, un inversionista o simplemente alguien que desea contribuir a financiar sus artistas preferidos, sepa que puede crear, comprar y vender tokens no-fungibles en sitios como OpenSea, Rarible o Nifty Gateway. Si bien estas plataformas permiten crear NFTs sin conocimiento técnico previo sobre la blockchain, esta tecnología tiene un costo que deberá pagar en cualquiera de estos sitios web. Si lo que desea es invertir en NFTs, recuerde que los artistas retienen los derechos de autor, lo que usted estaría comprando es un certificado digital de propiedad inimitable, verificable y coleccionable.

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