Paco era prácticamente un niño, pero cuando su papá lo escuchó burlándose de los vecinos porque vendían fruta en la feria, la solución fue mandar a Paco a trabajar para el vecino el siguiente fin de semana. La niña que le gustaba a Paco ni siquiera lo saludó ese día cuando lo encontró ofreciendo papaya a los compradores. “Ese día aprendí tres cosas muy importantes”, me cuenta Paco Cervilla en este episodio del podcast De Tripas Corazón, “que quería trabajar en algo que me gustara, que no debía burlarme del trabajo de nadie, y que tenía que cuidarme de la leche de la papaya verde”.
La historia de la feria es digno ejemplo de la vida de Paco, que parece ser un brinco de una terapia de choque, a otra. Él es uno de los creadores del Festival Internacional de Diseño de Costa Rica y me interesaba hablar con él porque sé que el camino que ha seguido para realizar sus ambiciosos proyectos no ha sido nada fácil, pero además siempre ha tenido algo de surreal.
Basura valiosa, la redención de los parias
Después de sobrevivir bullying en su escuela para hombres en primaria y tener que entrar a un colegio mixto con la autoestima por los suelos, Paco se dio cuenta de que necesitaba hacer algo drástico para dejar de ser tan tímido. Decidió tomar clases de teatro y adoptar un personaje cuando necesitaba atreverse a hacer o decir algo que lo intimidaba. La estrategia pagó y para cuando lo conocí, en noveno año, Paco era el alma de la fiesta y el rebelde de la clase.
Sin embargo, el ridículamente estricto código de conducta de nuestro colegio dejó mella en mi amigo. O, tal vez, fue el bullying que le hizo sentir como si no tuviera valor. Pero algo provocó que Paco quisiera hacer de la basura algo valioso, algo redentor. Y fue así como comenzó a crear sillas con desechos industriales. Sus muebles llegaron a venderse por mucho dinero y hasta recibieron reconocimientos internacionales.
Años más tarde, Paco quiso redimir a Costa Rica y ponerla en el mapa del diseño mundial. Con las uñas, o como diría él, pedaleando sin cadena, fundó junto con dos amigos el Festival Internacional del Diseño en Costa Rica. Festivales como este solo tenían lugar en capitales cosmopolitas como Nueva York o Barcelona, pero de pronto el acceso a diseñadores de talla mundial se volvió costeable para los centro y latinoamericanos.
Hoy Paco está buscando elevar a nuestras comunidades costeras e indígenas a través de su proyecto gastronómico Barrio, y transformar la industria costarricense del diseño a través de Distrito Naranja. Paco no persigue sueños pequeños.
Ego, enojo, miedo
Quizás fue en el teatro, con la adopción de personajes, que Paco aprendió la técnica de usar su ego, su enojo y sus miedos como motor. Ciertas reglas sociales y de conducta lo indignan, la prepotencia y consumismo lo desesperan y el no tener cómo proveer para su familia o trabajar en cosas sin transcendencia, lo aterrorizan. “Eso me deja dos opciones, o hacer algo, o no hacer nada”. Paco opta por hacer algo y exponerse a ser vulnerable.
Nuestra conversación para el podcast fue como un reflejo de la psique de Paco: eléctrica, un poco inconexa y brincando de un tema a otro. Y eso está bien, porque la excepcionalidad de Paco nos recuerda que no solo hay un tipo de conocimiento, de profesionalismo o de éxito, y no solo hay una forma de llegar a ellos.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.