Nacho Guevara logró, en su primer trabajo como mesero, lo que nadie nunca había logrado en ese restaurante. Consiguió borrar del sistema todas las órdenes en proceso y causar la madre de todos los caos. “Me sacaron prácticamente a patadas”, me contó en el nuevo episodio del podcast De Tripas Corazón.

Otra persona habría decidido tirar la toalla y aceptar que la hostelería no era su misión en la vida. Pero no Nacho. Nacho decidió comprar una bandeja para practicar en el patio de su casa cómo cargar los enormes platos de sopa que servían en su nuevo lugar de trabajo. Las cosas no salieron mucho mejor: los platos rodaron por todos lados, la sopa se desparramó y todos los comensales lo miraban incrédulos. Pero entonces ocurrió algo milagroso: el dueño le dio otra oportunidad.

Una cosa es tener talento y disciplina, pero otra es encontrar personas que crean en vos, incluso si vos mismo no lo hacés. El dueño del restaurante cambió la vida de Nacho, así como años más tarde lo haría el apoyo inquebrantable de su esposa, quien lo inspiró a dejar de camaronear como mesero y tener el valor de dedicarse a su pasión: el arte.

El valor del agradecimiento

Nacho piensa que el apreciar las cosas buenas en tu vida, y agradecerlas, es un valor importantísimo que no practicamos tanto como debiéramos.

Por años, el dinero no abundaba y Nacho tuvo que vivir en condiciones complicadísimas rodeado de personas en situaciones de vida extremadamente difíciles. En lugar de amargarse por ese precario ambiente, Nacho se sentía profundamente agradecido. “Yo me puedo ganar los frijoles haciendo lo que me gusta, ¿me entendés?” me dijo. “Soy infinitamente privilegiado”.

Y es quizás esa visión positiva la que lo mantuvo motivado para trabajar duro y salir adelante, pero sin estar resintiendo las dificultades del proceso: “Si te podés adaptar, te va a ir mejor y no vas a sufrir tanto”.

Del precario, a Italia

Un día recibió una llamada de otra persona que creía en él, incluso más de lo que él en sí mismo. Una invitación para viajar a Italia y fotografiar el trabajo del escultor Jorge Jimenez Deredia.

Nacho decidió echar palante (¡hacer de tripas corazón!), invertir mucha plata en equipo fotográfico y atreverse. Sus fotos fueron un éxito y adornaron incluso la Avenida Central, pero por supuesto el camino no podía ser sencillo. El inicio de Nacho en Italia fue, como siempre, caótico y surrealmente gracioso. Pero para saber qué paso tendrán que escuchar este episodio del podcast.

¿Qué es la vulnerabilidad para Nacho? “Es tomar decisiones aunque no te la creás, porque sabes que estás haciendo lo que querés hacer, y eso sí, no perder el tiempo”.

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