El 22 de abril se conmemoró el Día de la Tierra o de la Pachamama como se le conoce en nuestra región Latinoamericana, un día que debe servir para tomar consciencia sobre los desafíos que atraviesa la sostenibilidad de nuestro planeta, tema que no es una “moda” se dejó decir el diputado Pablo Heriberto Abarca.
El 22 de abril reconoce el esfuerzo de protestas surgidas desde hace más de 5 décadas en las que diversos movimientos universitarios salieron a exigir acciones por la crisis ambiental que ya entonces se percibía. Tal preocupación tiene asidero incluso más atrás, pues desde la primera mitad del siglo XX la comunidad científica comenzó a notar que las acciones del ser humano estaban teniendo un impacto en la atmósfera. Muchísimos años después le llamamos como lo que es: cambio climático provocado por el ser humano.
Me gustaría iniciar esta columna diciendo que tomar consciencia sobre lo que vive nuestro planeta (incluyéndonos) no es una moda, nos dicen eso para dividir y desmotivar a las personas que desean sumarse al movimiento, nos dicen esto para restarle valor a lo que sentimos y a la urgencia de que las personas en puestos de toma de decisiones (como Pablo Heriberto) lo hagan de manera responsable y considerando el bienestar común.
Al considerar el bienestar común debemos hacerlo de manera integral, no hay componente social y económico si no hay un ambiente sobre el cual se soporte, no hay ambiente si no hay una sociedad viviendo de manera digna y una economía resiliente que permita incluso la generación de más recursos para garantizar un correcto desarrollo, ¿les suena a algo? Ajá, desarrollo sostenible, que también para sorpresa del diputado es un tema del que se viene hablando desde hace décadas.
La semana pasada fue particularmente sensible y lamentable, en el marco de ese 22 de Abril, además de Pablo Heriberto, otras figuras políticas como Pedro Muñoz (que además, busca ser candidato a la Presidencia, ojalá que no llegue ni a ser candidato) demostraron que la naturaleza no les importa, o que solo les importa para la foto bonita o incluso para dejarse decir “feliz día de la Tierra” mientras le dan la espalda a la Tierra. Todas estas posiciones acomodadas ya las conocíamos, pero esta semana decidieron mostrarse abiertamente antiambientales y el mensaje que eso genera nos va a pasar factura.
Ante todo, eso nos hemos sentido quizás con frustración, sin esperanza, como que no vamos para ningún lado ¿No? Así me he sentido yo.
De forma paralela, la semana pasada ocurrió un evento llamado “Climate of emotions” y trataba sobre las emociones que una siente al sumarse a causas ante la crisis climática y la crisis ambiental. No sabía que ocupaba ese espacio y justo esa semana. Ahí compartimos sobre lo que sentimos y vi que ese enojo y dolor era compartido por muchísimas personas a nivel mundial y de repente estaban ahí, diciéndonos que era normal sentir todo eso, pero lo importante es saber cómo canalizarlo. Y ¿cómo canalizarlo? Actuando, siendo parte del cambio. Quizás suena un poco obvio, pero en medio de todo esto hay que actuar, desde lo individual hasta lo colectivo.
Hay que actuar con empatía para que más personas puedan entender lo que pasa, que no es una moda, que es una necesidad. Que más bien ojalá se pusiera de moda, así cada día sería el día de la Tierra. Hay que actuar desde lo profundo, buscar esa inspiración de manera constante, algo que me sirve para hacer eso es pensar en mi abuelita, sin ser una “activista ambiental” fue mi mayor ejemplo de defensora del ambiente, de conexión con la naturaleza, pensar en ella me hace sentir ese primer recuerdo teniendo contacto con la naturaleza, me hace volver a sentir la ilusión que sentía de niña o la ilusión que sentía de adolescente cuando decidí ir a una reforestación. Buscar motivación es algo muy personal, es algo que implica sentir aquello que nos mueve. Como consejo puede ser una persona que les inspire, un recuerdo o puede ser esas ganas de tener un cambio, de ver lo que está pasando y sentir que ustedes también pueden sumarse o pueden continuar haciendo cambios.
En medio de todo ese sentir de emociones y de pensar tanto todo, Adriana Sánchez, que es una increíble chef, hizo unos comentarios en una red social, que me marcaron y que también quisiera traerles acá, porque eso también es algo que me motiva. En este país hay muchas comunidades rurales, costeras y urbanas haciendo el brete, son quienes realmente le sostienen el “verde” a este país. También en este país hay personas increíbles donando su tiempo para promover la creación de capacidades, hay jóvenes levantando la voz, liderando campañas y aportando en sus espacios, hay personas que van cambiando poco a poco sus hábitos, que van tomando consciencia, entendiendo que no hay planeta B, y digo que los hay porque les he visto, porque he trabajado con varias, porque he puesto el hombro con distintas personas bajo un objetivo común.
Hago todo este relato para decirles, que realmente las personas sí se están sumando e incluso en medio de este escenario han encontrado su motivación para querer unirse, para ser parte del cambio. Y eso me hace pensar que sí vamos a lograrlo. Quienes nos están fallando son quienes dicen que esto es una moda, que no tienen ni pena de proponer llegar a puestos de poder para impulsar prácticas extractivistas que solo dejaran pobreza y destrucción. Los tiempos avanzan y las sociedades también, quienes no están avanzando son las personas que llegan a tomar decisiones, a esas debemos exigirles, moverles el piso y debemos dar nuestro voto con especial atención. Un verdadero desarrollo debe contemplar lo ambiental, lo social, lo económico, debe contemplar lo institucional para que todo sea posible y lo cultural.
Quise escribir esta columna solo para compartirles algo que me quedó de la semana pasada, quizás hasta pensamientos más personales, pero como un recordatorio de que no estamos solas y solos, nos acompañamos incluso en lo que sentimos, nos damos el codo y el hombro en medio de lo que vivimos y continuamos impulsando desde lo individual hasta lo colectivo esos cambios, que desde hace más de cinco décadas entendimos que se deben hacer. Cuanto más fuerte veamos el escenario, más fuerte debemos avanzar también.
Una joven activista de Argentina, Nicki Becker, dice una frase que me gustaría compartirles “la salida de la crisis climática y ecológica es colectiva, la esperanza está en el movimiento que sepamos edificar”, y ese movimiento es el colectivo que inicia en cada uno y una de nosotras.
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