Por Juan Pablo Alfaro Umaña – Estudiante de la Escuela de Cine y Animación

A lo largo de la historia de la humanidad, el ser humano ha tenido la necesidad de comunicarse y, en su afán de eternizar momentos memorables y acontecimientos que marcaron un antes y un después, ha relatado historias, vistiendo de palabras aquellos actos heroicos que las diferentes civilizaciones han querido que permanezcan vivos entre nosotros. Pero ¿qué da validez al relato? ¿Qué lo hace atractivo e irresistiblemente llamativo al ser humano?

El arte de relatar historias parte del principio de abstracción de la realidad mediante la sensorialidad, aquello que se percibe de la realidad, se racionaliza en forma de imágenes y sensaciones. Estas percepciones constituyen un acerbo que, de ser necesario o deseado, podrá verbalizarse en orden a cumplir algún objetivo específico. De la interacción humana mediante la comunicación surgen acuerdos que permiten la convivencia y el orden, pero además, el ser humano ha abierto las puertas de la imaginación y tiene la capacidad de construir historias que distan de lo real. Un relato puede cautivar en mayor o menor medida la atención dependiendo de la manera en que se ha desarrollado y los elementos que lo componen.

El relato debe construir imágenes comprensibles en el receptor, si la historia dibuja bocetos incomprensibles, el oyente tomará distancia y su atención se enfocará únicamente en aquello que entienda, eliminando elementos y partes que pueden ser de gran valor para el relato como un todo. Este punto no implica la estricta aplicación del método científico a cada detalle que se desea escribir o contar, sino que, desde la lógica del lenguaje, las formas, colores, y todos los elementos estén conectados de forma correcta, permitiendo construir la imagen de cada detalle de la historia.

La historia busca trasladar al receptor a otra realidad, es como re-construir el presente con el relato que se cuenta. Este debe estar lleno de sensaciones y emociones en armonía con la tónica de la historia y los personajes participantes, cada palabra y detalle debe evocar emociones distintas, sonrisas, lágrimas, enojos; todo ello es propio al ser humano, él lo buscará y el relato se lo debe facilitar. Una historia sin emociones es como un jardín sin flores. Para esto es importante el concepto de equilibrio, las emociones deseadas deben estar estratégicamente ubicadas en los giros de la historia que conmocionen en mayor medida al oyente, caso contrario el relato perderá fuerza y el interés del receptor.

El papel aguanta lo que se ponga, sin embargo, el alma del relato de la historia será la manera en que se cuente, la manera en que las palabras y la voz se interconectan para pintar en el aire una obra de arte llena de colores, desde lo más clásico e histórico hasta lo más abstracto e imaginativo, este arte no tiene límites de tiempo ni espacio, la mente humana seguirá relatando historias, y llenando el mundo de alegría e ilusión. En tiempos como los que atraviesa el mundo, el relato de historias se convierte en terapia capaz de sanar heridas y llenar de esperanza al ser humano.

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.