Semanas atrás fuimos invitados por la Municipalidad de Nicoya como facilitadores de una experiencia de capacitación para el equipo de colaboradores de esta entidad. Educador de profesión, el señor alcalde, don Carlos Armando Martínez, es fiel creyente en crear oportunidades de crecimiento para las personas. Bajo esa premisa, fue su consideración la de ofrecer un espacio que le permitiera a los funcionarios del gobierno local a su cargo comparar notas, refrescar conceptos e incorporar algunas nuevas habilidades para la transformación de conflictos.

El espacio fue diseñado de manera tal que la participación de los asistentes nos permitiera co-crear conceptos, sistemas, ejemplos, e ir forjando experiencias memorables y útiles para la gestión cotidiana de los participantes, tanto la profesional como la personal. Fue así como nació en el taller el concepto de una “cuchilla” estilo suizo, con múltiples herramientas. Pero para ponerlo en contexto desde la perspectiva local, decidimos llamarle la cuchilla nicoyana. La misma se compone de al menos seis herramientas o aplicaciones que se pueden usar en el análisis, transformación y negociación de conflictos.

Partimos por definir un conflicto como una incompatibilidad de metas. Luego, para su análisis determinamos tres funciones: actitudes, comportamientos y contradicción. Esta última es la que determina aquella incompatibilidad. Si no existe una contradicción entonces no estamos en presencia de un conflicto sino de un asunto de alguna otra índole. Aún sin existir, puede haber actitudes y comportamientos que generan energía, emoción y emiten mensajes que corrompen la comunicación. Uno de los participantes sugirió que hay conflictos provocados adrede. Con tal de entorpecer la gestión de otra persona, habrá quienes busquen la manera de dificultarle su accionar. También habrá quienes generen mal ambiente para otros por medio de actitudes tóxicas o comportamientos hostiles, aunque no exista conflicto.

Proseguimos hablando sobre la paz, un bello concepto que conocemos bien, pues es la última palabra de nuestro himno nacional. Es llamativo que, siendo un país comprometido desde su Constitución Política a nunca más iniciar un conflicto bélico con otro, no hablemos casi nunca de la paz. La intuimos. Quizás nos da pereza o sentimos que lo sabemos todo. Mucha gente ignora que se puede estudiar la paz, como es el caso de mi especialidad académica. La definición de “paz” que más me gusta, por práctica y funcional, es la capacidad de transformar conflictos de manera empática, creativa y armoniosa.

De empatía sabemos mucho. Lo describimos como ponernos en los zapatos del otro. Para forjar la paz hay que calzar los zapatos de aquella persona y además andar un par de pasos. Esa es la capacidad de contar la historia del otro. Para ello, es obligatorio hablarle a nuestra contraparte, formularle algunas preguntas, ofrecerle atención, afecto y presencia. En ese proceso es muy probable que ella también me escuche a mí y sea capaz de contar mi historia. Así se desarrolla la confianza y es un proceso elemental para forjar la paz.

La creatividad es pensar afuera de la caja, también algo que escuchamos mucho. ¿Cómo hacemos para hacerlo si no sabemos adónde está la caja o qué la compone? Primero, debemos tener claridad de a qué nos referimos por esa caja, qué contiene, cómo la ubicamos, para luego poder pensar fuera de ella. Eso es creatividad. Me gusta mucho la definición de “locura” de Einstein: hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes. Diría que creatividad es lo opuesto a locura.

La armonía es la concordia, el acuerdo, la presencia placentera de una integralidad unida y consistente. Los jainistas consideran que violencia es todo aquello que altera la armonía. En esos términos, armonía es la ausencia absoluta de violencia directa, indirecta, estructural o espiritual. Esa aspiración tiende hacia la paz.

Conversamos de muchos otros elementos. La utilidad de la cuchilla nicoyana es que le podemos seguir agregando elementos, herramientas, funciones, para nuestro aprendizaje continuo en la negociación y transformación de conflictos. Cerramos con una invitación a considerar cada interacción humana como una negociación. Vamos por la vida negociando atención y afecto, apoyo y ayuda, ánimo y aliento, ilusión y amor, tiempo y descuento. Aprovechemos cada conversación como una oportunidad para poner en práctica estas habilidades y aprender mientras hacemos. Para el final de este año habremos tenido unas 500 negociaciones y habremos desarrollado conocimiento propio sobre cómo hacerlo mejor y a nuestro propio estilo.

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