Desde cualquier óptica que se mire, todos tenemos un rol que desempeñar en la vida; sea a nivel familiar, social, económico, profesional, etc.

Al emitir una opinión en temas trascendentales, debemos procurar que nuestras opiniones estén sustentadas, aporten y hasta generen “polémica” desde un punto de vista constructivo, no que tiendan a generar discusión y conduzcan a interpretaciones y aplicaciones erróneas sobre una temática en particular.

Ante el dinamismo, en materia fiscal y económica, que hemos estado experimentando —y seguiremos viviendo ante las exigencias de organismos internacionales y nuestra realidad económica— desde la aprobación de la Ley 9635 Fortalecimiento a las Finanzas Públicas y las múltiples normativas que han emanado de la misma; se ha generado un mundo de confusión donde hasta quién no tiene formación en la materia da recomendaciones prácticas sin el conocimiento apropiado.

Uno de los escenarios más preocupantes: contribuyentes de áreas distintas a la contabilidad o impuestos, que unido a la falta de conocimiento de conceptos básicos presentan sus declaraciones del impuesto al valor agregado o del impuesto sobre la renta; por ejemplo, ante la Administración Tributaria.

Conocimientos técnicos y prácticos importantes y con impacto relevante en las declaraciones del impuesto al valor agregado: factor de proporcionalidad, aplicación de las diferentes tasas impositivas, exenciones con y sin derecho a crédito fiscal, no sujeciones con y sin derecho a crédito fiscal.

Y si hablamos del impuesto sobre la renta: régimen tradicional, régimen inmobiliario, régimen mobiliario, diferencial cambiario, ganancias de capital.

El listado es amplio, las consecuencias muchas.

En este punto, quizás se pregunten, ¿cuál es el problema?  Se asumen varios riesgos que van desde una sanción económica, exponiendo la continuidad de un negocio y por consiguiente el empleo de la fuerza laboral, hasta penas de cárcel.

El conocimiento bien canalizado es el bien más preciado en esta era, capacitémonos con expertos en cada una de nuestras áreas de competencia, no dejemos las cosas para el último minuto, no demos las cosas por sentado.

Todos tenemos un rol, respetémonos como profesionales y como bien dice el refrán… zapatero a tu zapato.

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