Por Fran Rodríguez – Estudiante de la carrera de Publicidad

El año 2020 ha causado un inesperado cambio en las personas en casi todos los aspectos. Rápidamente, poder realizar lo que se consideraba normal o cotidiano se empezó a dificultar más y más. La vida dio un giro completo y uno de los factores más afectados fue la interacción social. Nadie anticipó un cambio de esta magnitud y los seres humanos como animales sociales se han visto afectados negativamente, y si se suma a esto la continua desesperación y angustia actual de esta crisis sanitaria, se tiene una fórmula catastrófica.

Antes de la pandemia, el tema de la pérdida de conexión humana debido a las redes sociales era de gran importancia, y hasta visto como una problemática para las recientes generaciones. Las interacciones sociales lucen muy diferentes actualmente y lo único que facilita la comunicación es la tecnología, y si bien se puede afirmar que ya estamos acostumbrados a socializar por la vía de las redes sociales y el internet en general, con esta crisis se demostró que la interacción cara a cara no puede ser reemplazada.

Una investigación desarrollada por la Universidad Tecnológica de Swinburne (Australia), muestra los resultados de un estudio realizado a una población joven; la encuesta afirma que la mayoría de las personas han perdido contacto con amistades de muchos años y con personas que veían a diario; sin embargo, las relaciones con personas con las que ya tenían una relación a distancia se fortalecieron.

Durante mucho tiempo, las actividades cotidianas y de esparcimiento se van a tener que redimensionar. El cambio será continuo y gradual. Si bien es cierto que aún es pronto para sacar conclusiones de esta situación, sí se pueden notar las consecuencias sociales con el paso del tiempo. La sociedad se encuentra en un estado de angustia y para muchas personas ya no queda esperanza. La falta de interacción social ha causado un aumento exponencial en casos de depresiones, y familias y relaciones destruidas. Además, se ha identificado un aumento en un comportamiento errático e irresponsable en una parte de la población.

Al ver las dos caras de la moneda, nace la incógnita de por qué la falta de socialización puede afectar tanto el comportamiento. Recientemente, Wall Street publicó un artículo que concluye que el socializar es un mandato neurobiológico, especialmente en la población joven, que busca encontrar su identidad, por lo que la situación se puede ver reflejada en una crisis de inestabilidad emocional o en actitudes que pueden poner en riesgo la salud pública, todo por recuperar su “libertad”.

El mundo entero espera una solución rápida y las personas quieren sus vidas de vuelta, pero es importante reconocer la realidad que se está viviendo y que continuará así por más tiempo. La tecnología se ha convertido en el mejor aliado de la sociedad actualmente, pero siendo esta una de las únicas herramientas para poder mantener una conexión a distancia, también modificó la forma en cómo mantenernos nuestras relaciones sociales.

En conclusión, la pandemia tendrá consecuencias durante mucho tiempo más, e incluso cuando sea seguro volver a eventos sociales y empezar a recuperar lo que una vez se consideraba cotidiano, como sociedad, quedará un largo proceso de adaptación en donde la convivencia puede convertirse en un gran reto y tomará tiempo para poder recuperar las conexiones perdidas a consecuencia del coronavirus.

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