Por Daniel Borbón Sáenz – Estudiante del TCU de ULACIT
A pesar de que distintas personas en diversos cargos de poder siguen negando la realidad del cambio climático, como el caso del presidente de EE. UU. Donald Trump, ya es un hecho que el cambio climático es una amenaza que embiste a todo el planeta con veranos más calientes y prolongados, así como como un completo desequilibrio en el ecosistema global. Pero, entonces, si los gobiernos no toman medidas necesarias o suficientes para luchar contra esta nueva amenaza que hemos causado, ¿sobre quién recae el deber de luchar contra el cambio climático? Las universidades son uno de los entes que pueden hacerle frente a esta problemática porque su forma de trabajo suele ser independiente a la de los gobiernos centrales, aun si se trata de universidades públicas, donde pueden desarrollar proyectos, programas de acción y educación que abarquen estos temas, para lograr generar una conciencia climática y mostrar resultados positivos de la lucha contra el cambio climático.
Ya que las universidades pueden realizar acciones libremente contra el cambio climático, ¿qué han hecho últimamente? Primeramente, unas 7000 universidades alrededor del mundo se han unido y acordado lograr el objetivo de carbono neutralidad para el año 2030, como uno de sus principales objetivos, la movilización de recursos para la investigación y la lucha contra el cambio climático, así como la elevación de la educación ambiental (Noticias ONU, 2019). A partir de esta decisión, diversas universidades han aumentado el desarrollo investigativo de las medidas de reducción de la huella de carbono generada por estas mismas, así como el desarrollo de proyectos sociales para las comunidades aledañas.
En el caso de la UNAM, en México, esta universidad ha instalado celdas fotovoltaicas (paneles solares) y posee en desarrollo investigaciones para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y lograr compartir la información con la sociedad para contribuir con la causa. Esto contribuye con el objetivo de cero emisiones para el año 2050 (Saavedra, 2019). Existen casos como la Universidad Strathmore de Kenia que, a partir de una red de paneles solares, ha logrado funcionar con energía limpia; o la Universidad Tongji de China, que invierte sus recursos en el desarrollo de planes de estudio para la educación climática y sostenibilidad. Estas y muchas otras universidades han comenzado la búsqueda de la carbono neutralidad (Noticias ONU, 2019).
La implementación de acciones simples pueden ser el inicio del camino para comenzar la lucha contra el cambio climático, pero siempre se debe pensar cómo contribuir a más. Un ejemplo de esto es la Universidad de Carolina del Norte de Chapel Hill, que estableció tres objetivos simples pero fundamentales en su programa de acción: cero agua neta, cero desperdicio en los basureros y cero gases de efecto invernadero. Estos objetivos llevaron a la implementación de accesorios de bajo consumo de agua, contenedores de reciclaje y bicicletas en el campus (Times Higher Education, 2019). Un caso similar a este es el de la Universidad de Harvard que ha logrado la reducción de los gases de efecto invernadero en un 30%, en el periodo del 2006 al 2018, mediante la utilización de paneles solares, programas de reciclaje, uso de bicicletas, transporte público y la iniciativa de compartir vehículo, y programas de reforestación (Harvard University, 2018). Pero el compromiso que denota Harvard en su reporte de sustentabilidad del 2018 va más allá de acciones simples, mostrando que alimenta 93 vehículos de su flota vehicular con biocombustible, posee 18 vehículos híbridos y 2 eléctricos. Esto demuestra que la lucha no solo debe quedar en las acciones simples, sino que se debe buscar el desarrollo de todos los recursos disponibles para generar el mayor impacto posible.
En el caso de Costa Rica, la UCR desarrolla un programa de investigación en desarrollo urbano sostenible, denominado ProDUS UCR. Este programa involucra a varias municipalidades y pretende ayudarlas al señalar las fortalezas y debilidades de cada cantón asociado. Con ello, se logra identificar las posibles áreas de mejora, de modo que el cantón pueda desarrollarlas y causar un surgimiento de este. Uno de los puntos focales de este programa se centra en la protección del medio ambiente mediante el desarrollo sostenible de los recursos naturales de un territorio (Salas Murillo, 2020). Este programa evidencia que no solo es importante tomar acciones como las anteriormente mencionadas, sino que también se debe proteger la parte ambiental que ya existe para evitar que esta se reduzca.
Como se denota, las universidades se preocupan por luchar contra el cambio climático, y no es una sorpresa, ya que a la población que más le perjudica esta amenaza es a la población joven y esta se encuentra en las universidades luchando por un futuro. El trabajo de las universidades en este tema ha sido sorprendente, pero deben continuar llevando sus descubrimientos a la sociedad, al pueblo, para que estos también se preocupen y se unan a la lucha. Las acciones tomadas hacen alentador el panorama de la lucha contra el cambio climático y las acciones de los programas de desarrollo ambiental hacen que cada vez más personas tomen conciencia de la situación.
