Hace diez años se cumplieron 75 de relaciones diplomáticas entre Costa Rica y Japón y, con ocasión de aquella conmemoración, la entonces presidenta, Laura Chinchilla Miranda, realizó una visita oficial al país asiático en la que se establecieron las bases de una agenda de soluciones basadas en la naturaleza (que antes se denominaba crecimiento verde). En el mapeo de oportunidades de mutuo beneficio, las energías renovables eran un punto destacado, sobre todo por dos razones notorias: nuestro país estaba muy cerca de una producción eléctrica 100% limpia, y Japón acababa de sufrir el peor terremoto y tsunami en mil años. El mismo provocó el derrame nuclear de Fukushima y obligó al país a apagar, de la noche a la mañana, docenas de plantas nucleares que suplían gran parte de la electricidad para movilizar la economía de un país altamente industrializado de 125 millones de habitantes.
En aquellos días, Costa Rica iba por el mundo hablando de desarrollo sostenible sin ingredientes artificiales muy enfocado en el turismo orientado a la naturaleza. Pero al momento de suspender la producción de electricidad nuclear, Japón debió importar cantidades significativas de combustibles fósiles para mantener la calefacción en el invierno, el aire acondicionado en el verano y la maquinaria funcionando. Un país con la extensión de Centroamérica, con una cobertura boscosa de casi 70% del territorio había ampliado su huella ecológica nacional y la sostenibilidad ya no alcanzaba como meta a largo plazo. Debía buscarse una manera de hacer productivo el capital natural preservándolo, haciéndolo más robusto y permitiéndole a las personas mantener o aumentar sus niveles de bienestar.
Con esta mentalidad se llegó al paradigma de la regeneración del cual se hablaba poco o nada una década atrás. El planteamiento de la Administración Chinchilla al gobierno japonés consistió en proponer ideas y soluciones de mutuo beneficio apoyándose en el capital natural del planeta. En simultáneo, debía procurarse reducir las emisiones de carbono, la contaminación y la congestión vial, y promoverse la buena gestión de residuos, el transporte público masivo de personas limpio, seguro y cómodo, entre muchas otras ideas.
Una de ellas fue continuar expandiendo el horizonte de la geotermia, una fuente energética basada en explorar y explotar paquetes de vapor de agua atrapados entre la roca volcánica. Costa Rica se lanzó en esta innovadora industria desde el Instituto Costarricense de Electricidad liderada por el Ingeniero Alfredo Mainieri (que en paz descanse) desde 1979. Él creía que la geotermia era el futuro de nuestro país y de toda Centroamérica por la cantidad de volcanes activos y la relativa facilidad de extraer calor de la tierra para producir electricidad.
Al gobierno japonés le pareció que era una buena manera de conmemorar 75 años de amistad diplomática y ver hacia delante otros 75 años más. Se estableció un mecanismo de cooperación, crédito y oferta tecnológica muy importante para el desarrollo de tres nuevas plantas geotérmicas. De ellas, Costa Rica espera producir electricidad limpia mucho más allá del 2050. Sobre todo, porque las nuevas tecnologías geotérmicas permiten hacer perforaciones oblicuas (no perpendiculares en el suelo) y además las turbinas de última generación pueden operar 24 horas al día todos los días del año y requieren mantenimiento cada 40 años.
Hace diez años la Administración Chinchilla también vio venir la electrificación del transporte. Planteó interrogantes estratégicas en Japón tales como: ¿Adónde se manufacturarán con energías limpias los vehículos eléctricos dentro de diez años? ¿Adónde se producirán baterías para la reconversión de vehículos pesados tales como recolectores de basura, tractores y buses, y desde donde pudieran exportarse con facilidad? ¿Cómo transformar ciudades con alta congestión de tránsito por medio de monorrieles elevados de rápida construcción? ¿Cómo introducir sistemas de clasificación e incineración de residuos para impulsar la economía circular y la generación de electricidad a partir de desechos no reutilizables?
En respuesta a ellas se firmó entre ambos países un mecanismo de intercambio de créditos de carbono —el primero con un país latinoamericano— y se firmaron líneas de crédito con el Banco Japonés de Cooperación Internacional. La cosecha temprana son las nuevas plantas geotérmicas que ya están empezando a operar o iniciarán en los próximos años. Es mi firme convicción que las cosechas maduras serán de la misma calidad y potencial para el mutuo beneficio de ambos países.
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