Si usted vio la película de 1997, “Mejor imposible” (As good as it gets) protagonizada por Jack Nicholson y Helen Hunt, quienes recibieron el Óscar por su actuación en ese filme, probablemente tiene una idea romántica del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) que no corresponde a la realidad.

El TOC es un trastorno con diferentes manifestaciones clínicas y con distintos niveles de gravedad; pero que en líneas generales se manifiesta cuando en el pensamiento, se experimenta la presencia de ideas, imágenes o impulsos, de un modo repetitivo e insistente, que generan gran malestar y ansiedad. Son ideas intrusivas que el individuo reconoce como propias, que se repiten incesantemente y que no necesariamente tienen sentido lógico. Generalmente, aparecen también conductas repetitivas (compulsiones) que, vistas desde afuera, parecen no tener sentido, que van destinadas a contrarrestar esos pensamientos obsesivos, pero que constituyen un circulo vicioso, porque el alivio que brindan es mínimo y efímero.

Desde ya aclaro, que este artículo, no puede, ni pretende suplir la consulta con un profesional de la salud mental (un psicólogo clínico o un psiquiatra), sino que busca brindar información básica para llevar alivio al menos a un 2 o 3% de la población que vive en Costa Rica (la incidencia mundial de este trastorno es similar), y decirles que no se están volviendo locos, al contrario, quien padece de TOC, reconoce que sus pensamientos son absurdos y no los desea, pero no puede controlar que aparezcan en su mente, lo que le produce sufrimiento y sobre todo le causa una gran ansiedad. Además, lleva el estigma de la vergüenza, por lo que el TOC es un trastorno con diagnóstico tardío por la propia reacción de quien lo padece.

La importancia de este trastorno, en términos incluso económicos por su efecto incapacitante, hizo que la APA (American Psychological Association) en el DSM V revisado —es decir, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en su V edición— le diera una categoría propia, separada de otros trastornos de ansiedad. Para muchos especialistas, a nivel psicológico el TOC está asociado a la culpa y podría ser una forma inconsciente de castigo. Por ejemplo, conozco de primera mano, el caso de un sacerdote ejemplar que padece de este trastorno y lo sufre con blasfemias en su mente contra Dios y los santos, evidentemente nada en esta persona está en concordancia con esos pensamientos intrusos, pero precisamente en eso radica la crueldad de la enfermedad, golpea donde más le duele al paciente. Sobra decir que antes de recibir un diagnóstico adecuado, mi amigo llego a pensar que estaba siendo poseído por un demonio. ¿Pueden ustedes imaginarse lo que pasaba con el TOC en el pasado?

A nivel neuro cerebral, se ha descubierto que existe una predisposición genética al trastorno, que puede convivir con la depresión y que, los medicamentos de tercera generación que evitan la recaptura de serotonina (usados también para la depresión), obtienen una buena respuesta en el alivio de los síntomas. Sin embargo, es un padecimiento crónico que suele aparecer en la adolescencia y puede volver como un invitado no deseado sin previo aviso. A nivel psicológico, las mejores respuestas terapéuticas se han obtenido con los métodos conductivo conductual de la escuela norteamericana y el de prevención y respuesta, en donde la persona se somete voluntariamente a sus mayores temores, por ejemplo, en el TOC de contaminación y limpieza.

La familia y los amigos podemos hacer mucho para ayudar a quienes sufren en silencio este trastorno, que nunca se volverá esquizofrenia (es importante indicarlo), sino que, aunque sus causas son aún misteriosas, hoy en día se pueden aliviar los síntomas y las personas con TOC pueden hacer una vida como todos.

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