Estamos claros de que el calendario gregoriano que utilizamos en Occidente es una ficción. Da igual si contamos un año desde cualquier día que si lo contamos desde el primero de enero. Pero también estamos claros de que opera un ligero cambio de actitud con el cambio de año calendario que nos da un impulso de motivación. Aprovechémoslo. Si bien en este segundo año de pandemia nos ilusiona la vacuna contra el COVID-19 y anhelamos un rediseño económico que nos beneficie, hay mucho que podemos hacer con proactividad para que eso que esperamos suceda. Hablemos de prosperanza.

Las personas que han sobrevivido a situaciones de vida o muerte por lo general comparten tres variables: fueron optimistas, o sea, creyeron que saldrían de aquella situación; priorizaron sus decisiones para salvar sus vidas; y fueron creativas. El optimismo, la priorización y la creatividad suman una breve y práctica receta para tener éxito en el empeño de salir robustecidos de este 2021 que apenas empieza.

Algo de particular atención es que este es un año electoral en el cual elegiremos a un grupo de personas con una agenda de trabajo que nos conducirá como nación al 2026 y, por inercia política, quizás al 2028 (para una ilustración sobre inercia política, piensen hasta cuándo se sentirán los efectos de Trump después de su salida del poder formal). Esto quiere decir que, este año, nos jugamos la década. Es muy diferente hablar de una década perdida cuando la década ya pasó (como se decía sobre los años noventa del siglo pasado) que cuando la década está empezando. Debemos ser certeros integrando equipos y agendas que se candidateen para enriquecer lo más posible el bien común para todos los habitantes. De nuevo, la prosperanza.

La crisis climática el año pasado sólo ha empeorado y hemos transgredido muchos de los límites planetarios que garantizan la sostenibilidad de la vida en la Tierra. Debemos apostarle fuertemente a la búsqueda de soluciones socioeconómicas basadas en la naturaleza y migrar del paradigma de la sostenibilidad (impacto ecológico cero) al de regeneración (impacto ecológico positivo). Necesitamos el florecimiento de docenas de ideas fértiles y sepultar, por fin, las ideas fósiles. Una vez más, la prosperanza.

La transformación digital ha sido el cambio más profundo que ha tenido el 2020. El comercio electrónico creció en un año el equivalente a lo que había crecido en los diez anteriores. El uso de criptomonedas y monedas sociales, computación en la nube, el aprendizaje virtual y el teletrabajo, llegaron para quedarse. Algunos volverán al pasado. Pero de los 2500 millones de trabajadores que globalmente migramos al teletrabajo, muchos jamás volveremos a una oficina como antes de la pandemia. Esta disrupción – más que anunciada en años pasados – tendrá un efecto importante en el empleo. Automatizará algunos puestos laborales, hará mucho más eficaces a ciertos profesionales y operarios, creará millones de nuevos emprendimientos y empleos. ¿Será el mío el próximo en ser transformado? Además de esperar, puedo tomar la iniciativa de buscar alternativas, capacitarme, buscar aliados estratégicos.

Algunas instituciones ya eran ineficaces antes de la pandemia, como Recope. La transformación de la movilidad eléctrica la haría obsoleta. Otras, por el contrario, demostraron inmensa valía, como la Seguridad Social. Preguntémonos cuál sería la mejor modificación que le podríamos hacer a la Caja del Seguro Social para que, en la próxima gran crisis, aunque no fuera sanitaria, nos hiciera más resilientes en lo económico. No pretendo pedirle peras al olmo, pero sí creo que, conforme avanza la discusión global sobre la renta básica universal, el modelo institucional de la Caja es ideal para explorar opciones, de manera que a nadie le falte un sustento básico en medio de una crisis. Preparémonos para la próxima crisis en lugar de simplemente esperarla.

La incertidumbre demanda adaptabilidad. Salirnos de una zona de confort es la mejor manera de crear valor. Como ya vivimos el año pasado, o nos salimos por voluntad, o una crisis podría sacarnos a la fuerza. Entonces aprovechemos la disrupción para crear nuevo valor, nuevas relaciones, nuevo conocimiento, nuevas alianzas, nuevos sueños, anhelos, proyectos, actitudes. Esperemos que el 2021 sea mucho mejor que el año que pasó. Y mientras esperamos, seamos intencionales procurando la prosperidad.

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