Ese fue mi primer mensaje del día de hoy. Provenía de Trilce y adjuntaba un enlace. Imaginé que quizá se trataba de un video alusivo a la Navidad (gran amor de Tril) o la Liga Deportiva Alajuelense (gran amor mutuo) o incluso un simpático corto de gatos haciendo diabluras, otra de nuestras aficiones compartidas. Era un artículo de The Economist titulado “Por qué el juego limpio paga”. La pieza habla del libro “El poder de la decencia en un mundo que se ha hecho ingrato” (David Bodanis). Digamos ingrato por “mean” pero podría ser “malvado”, solo que esa palabra suena demasiado oscura. Conciliemos en “desconsiderado”.

Sí, la agresividad que vemos en línea podría ser una invitación al desaliento. Recién esta semana tuvimos un episodios a lo interno. A Luis Manuel lo acusaron de estar detrás una cuenta anónima en Twitter, sin ningún sustento, poco importa que no sea él, el interés de quienes levantan esos falsos es generar “ruido”. El famoso “miente miente que algo queda”. Ya hemos hablado...