Según las Naciones Unidas, la pandemia por COVID-19 representa la crisis más desafiante desde la Segunda Guerra Mundial. Además de los problemas de salud, enfrentamos un desafío a largo plazo que está directamente relacionado con la capacidad humana de resiliencia y reinvención, como individuos y como sociedad. Si por un lado es seguro que el momento es difícil y requiere esfuerzos en la misma dirección, por otro lado, también es seguro que el momento esconde oportunidades para quienes tienen buen ojo.
En la industria de alimentos y bebidas, ya es posible notar cambios importantes en el patrón de consumo de las familias a partir de la cuarentena recomendada por las agencias de salud. Por ejemplo, con la gente manteniendo todas sus actividades en sus hogares, se nota el mayor movimiento en los mercados de los barrios residenciales (el estudio del Termómetro Kantar indica que el 75% de los brasileños ha preferido comprar en los supermercados cerca de casa) y, sobre todo, el aumento de las ventas de alimentos y bebidas en plataformas en línea.
En marzo, el volumen de ventas de alimentos en canales digitales creció un 330% con respecto al mes anterior, según datos de la empresa de inteligencia Corebiz. No hay duda de que el número está inflado debido a las limitaciones de viaje en las diferentes regiones, pero es de esperar que muchas familias y consumidores sigan dando preferencia a este canal incluso después de la crisis, especialmente si se tiene en cuenta que posiblemente se vuelva a la normalidad, lo que sucederá de forma gradual y escalonada.
Como referencia, hasta febrero, Ebit | Nielsen proyectó que el comercio electrónico brasileño registraría ingresos de 13 mil millones de dólares este año, impulsado principalmente por la entrada de nuevos actores en el sector de alimentos y bebidas. Aunque es difícil estimar una nueva cifra, es razonable concluir que esta cifra debería revisarse al alza debido al supermercado online. Si, antes de la pandemia, muchos consumidores eran reacios con respecto a la compra de alimentos en plataformas digitales, la experiencia durante la cuarentena podría ser un motor importante para atraer nuevos consumidores al canal.
Sin embargo, en este punto es importante sopesar el nivel de madurez de los minoristas que compiten en el comercio electrónico. En un escenario que nos impone cambios rápidos a todos, no hay margen para el error. Se espera que el tiempo para que los minoristas se adapten a los canales digitales sea corto, mientras que pueden ofrecer una experiencia superior a la media y la entrega de productos frescos y de calidad, manteniendo así un estándar similar al que esperan los consumidores cuando compran en tiendas físicas.
Además de los cambios relacionados con el comportamiento de consumo de las personas, la nueva pandemia de coronavirus impuso cambios profundos en el servicio de alimentos. Muchas empresas que no contaban con un servicio de entrega se vieron obligadas a adherirse a este modelo debido a las restricciones impuestas al comercio de tiendas físicas. En muchos casos, lo que ha surgido como una alternativa a una época de vulnerabilidad e inviabilidad del comercio tradicional, puede resultar una gran oportunidad para un nuevo canal de ventas.
Bien sea para los fabricantes de alimentos y bebidas, o para los emprendedores que trabajan en el segmento de alimentos fuera del hogar, todos los cambios en curso ya se estaban gestando gracias a la digitalización. La diferencia es que, a partir de ahora, ganan un nuevo e importante impulso.
Finalmente, la crisis provocada por el nuevo coronavirus también impuso cambios en la producción industrial. Sin precedentes en la historia reciente, hoy en día la premisa de distribuir alimentos seguros en cualquier lugar es fundamental, y es importante tener una cadena integrada capaz de apoyar a la industria alimenticia a lo largo de toda la cadena. En este sentido, cabe destacar la importancia de la trazabilidad y los códigos de identificación únicos aplicados a los envases. Por un lado, garantizan el control de calidad dentro de la industria, mientras que, desde la perspectiva del consumidor, permiten el acceso a información clara y veraz sobre la fabricación de ese producto y sobre las materias primas utilizadas en su elaboración.
Como ya hemos visto, el mundo ha cambiado. Es cierto que muchos de los cambios ya se estaban produciendo en el horizonte, y que muchas industrias y emprendedores ya estaban tomando riesgos en lo que llamamos nuevas tendencias. Sin embargo, a partir de ahora ya no podemos hablar de tendencias, sino de una nueva realidad que ha llegado. Esto es cierto para todos los sectores de la cadena de alimentos y bebidas.
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