El trabajo de cuidados realizado desde el hogar, como cocinar, limpiar, planchar, lavar, cuidar a niños, niñas o de personas enfermas, ha recaído principalmente en las mujeres. Sin embargo, tenemos la oportunidad histórica de cambiar ese modelo basado en el trabajo femenino y la gratuidad, como parte de las múltiples respuestas para afrontar la crisis social y económica provocada por el COVID-19.

¿Por qué es momento oportuno para acelerar la transformación social de los cuidados? Un primer elemento para responder a esa pregunta es recordar que muchas de las mujeres, que se han dedicado a los cuidados de otras personas durante varios años de su vida, llegan a la edad adulta sin oportunidades de formación profesional, de trabajo, sin ingresos, sin acceso a una pensión y a otros componentes de la seguridad social.

Esa lamentable realidad, junto a la presente crisis sanitaria, ha revelado la incapacidad social y política de garantizar el bienestar de la población en general. Además la economía, la salud, entre otros aspectos de la vida, se recluyen en los hogares, donde históricamente se producen bienes y servicios sustitutivos de los que se encuentran regularmente en el mercado.

Ante todo ello, no tiene sentido seguir postergando esfuerzos efectivos y transformadores para garantizar la autonomía económica de las mujeres por medio de oportunidades de formación profesional, empleo, redistribución de las responsabilidades y la apertura del mercado de los cuidados de manera remunerada.

Debemos recordar que ya existe una oferta de servicios de cuidados que no se ha considerado como parte del sistema económico, con gran potencial para expandirse y diversificarse. La apertura de este mercado podría generar recursos frescos, dinamización de los mercados locales, producción de bienes y servicios como: capacitación, nutrición y alimentación, orientación en manejo de las relaciones familiares, modalidades de apoyos remotas y presenciales, confección de prendas de vestir, ayudas técnicas con tecnologías apropiadas, etc. En fin, la lista de emprendimientos y encadenamientos productivos puede ser muy larga.

Los empleos podrían ser asumidos tanto por mujeres como por hombres, en funciones de cuido, contratación de bienes o servicios, asesoramientos, entre otros. No obstante, uno de los efectos mayores es el aprovechamiento de la capacidad productiva-remunerada de las mujeres y la generación de ingresos para sus hogares. De esta manera, es posible romper con la división sexual del trabajo como base de la estructura económica actual.

Todo lo anterior traería múltiples ventajas como bajar la dependencia de programas sociales del Estado y el mejoramiento de las finanzas públicas, aumento de productividad, inversión del Estado más eficiente, así migrar de medidas afirmativas a medidas transformadoras hacia una sociedad más igualitaria.

Por ello, he presentado a la corriente legislativa una serie de proyectos de ley en torno a los cuidados como punto de apalancamiento para enfrentar la crisis. Todos ellos pueden ser consultados en el sitio web de la Asamblea Legislativa o en mis redes sociales.

Su contenido abarca diversas temáticas, pero todos ellos nos encaminan a una transformación significativa, que hoy más que nunca necesitamos para crear una sociedad más justa, equitativa y sostenible.

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