¿Es la tecnología un nuevo actor político?
Las tecnologías digitales han llegado a transformar las formas tradicionales de comunicación en áreas como la educación, los negocios y el entretenimiento, y estos cambios parecen no exceptuar las formas de manifestación política a las cuales estamos acostumbrados.
Con las frases proyectadas desde un vehículo aéreo no tripulado (o dron) en el costado del edificio de la nueva Asamblea Legislativa, la noche del 6 de octubre, el movimiento estudiantil de universidades públicas no solamente abogó por el diálogo y la transparencia, sino que presentó una forma innovadora de manifestarse pacíficamente. Donde algunos ven un búnker, por la apariencia hermética de este edificio, otros ven un estrado para hacer llegar su mensaje.
La proyección de videos sobre superficies regulares e irregulares, llamada video mapping, utiliza softwares especializados para adaptar las animaciones en movimiento a la forma de los objetos en los cuales están siendo proyectados. Esta técnica no tardó en ganar adeptos en Costa Rica, ya que en menos de dos semanas otra reivindicación política ya ocupaba el mismo escenario usando los mismos medios, pero esta vez en contra de los recortes al sector cultura.
Así hemos podido observar un proceso típico de adopción de nuevas tecnologías, en el cual los usuarios adaptan y cambian las funciones originales de las tecnologías para alcanzar otros fines, confirmando así que el valor de una tecnología reside principalmente en la creatividad de su uso. ¿Acaso un dron utilizado para llamar al diálogo democrático no produce más valor que un dron destinado a hacer la guerra?
Para Carla Fernández-Corrales, doctora en Administración de Negocios con énfasis en Tecnología, “las tecnologías son neutras” y es difícil prever los posibles usos que se les darán, de ahí las inesperadas ventajas y amenazas que podrían emanar del uso de estas. Lo que sí es claro para la experta, es que las innovaciones técnicas siempre han acompañado a la humanidad y que a menudo es a través de los nuevos medios que “las generaciones van encontrando su voz”. Esta es sin duda la razón por la cual vemos como ciertas tecnologías utilizadas previamente para fines artísticos, como el video mapping, se convierten progresivamente en modos de acción colectiva.
Como lo señala la doctora Fernández-Corrales, el video mapping al igual que otras formas de realidad aumentada, es decir tecnologías que permiten mezclar entornos reales y virtuales, nos obliga a preguntarnos ¿quién tiene el derecho de decidir sobre la información que se comparte en el espacio público? En buena teoría los ciudadanos deberíamos ser partícipes de la construcción de nuestros entornos, entonces ¿podría verse la libertad de expresión menoscabada con procesos de regulación de este tipo de tecnologías?
Asumiendo que el derecho a manifestarse pacíficamente debe ser defendido en una democracia como la nuestra, sería un error precipitarse a censurar y limitar el uso de tecnologías de este tipo. Los reguladores deben tomar en cuenta que sobre lo que se debe debatir son los usos de estos medios, las tecnologías aunque no exentas de peligros deben ser consideradas neutras.
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