Llega Costa Rica a la década de los océanos polarizada en materia de conservación. ¿Desde cuándo creemos que en esto de la conservación y el desarrollo hay buenos y malos? La conservación para que sea verdadera, efectiva y logre su cometido a futuro, debe de ser no una “carrera” donde hay un ganador y un perdedor sino un balance acertado entre el bienestar de una mayoría y la visión a futuro que deje al final del camino un sentimiento de ganar - ganar.

Pues claro que un tiburón es vida silvestre, pero que algunas especies de tiburones se pescan y se comen en Costa Rica no debe negarse, y entonces se convierte esa vida silvestre en un recurso pesquero. Negar la realidad nos dice que el que una especie entre o salga de una lista no quiere decir que esto mejore su conservación. Desde la visión técnica un recurso pesquero se maneja para alcanzar el uso sostenible, llevando conservación y llevando bienestar y desarrollo a los sectores más vulnerables y necesitados.

Si esto deseamos cambiarlo como sociedad, que puede ser, necesitamos trabajar arduamente con las poblaciones que ven en esta especie un recurso importante para su bienestar para que se brinden las verdaderas alternativas y cambios de acción y voluntad necesarios. Sabemos bien que lo peor para la conservación es la no formalidad o la ilegalidad que es a todas luces incontrolable para un estado cada día en menor capacidad de monitorear y controlar lo que pasa en nuestras áreas protegidas y nuestros mares.

No debemos de caer en la superada historia de los buenos o malos en la conservación. Esta conservación no es de ricos o pobres, de pescadores o no pescadores, de los que vivimos en el Valle Central o en las costas, la realizamos (o no) los habitantes de un país en base a una visión de desarrollo colectiva, nuestro bienestar colectivo, pero también claros de las necesidades que existen en diversos sectores que cargan en mucho el costo de esa conservación.

La conservación en la realidad, es una herramienta que como otras, debe de utilizarse por un gobierno para la generación del bienestar para una mayoría.

En 1988 trabajamos en la Estrategia para el Desarrollo Sostenible de Costa Rica (Ecodes). Aquel esfuerzo multidisciplinario, construido con el diálogo y la experiencia de muchísima gente sigue siendo tan actual y necesaria hoy como entonces y decía: “la conservación y el desarrollo son caras de la misma moneda[1].

Costa Rica ha ganado diversos reconocimientos fuera del país por su verde y por su azul, y los que hemos estado tanto en lo internacional como en el campo, hemos visto como la inequidad y la falta de bienestar han llegado a aquejar a una mayoría de las personas en las zonas rurales, donde se encuentra la biodiversidad que tanto queremos cuidar y proteger y por la que tanto se nos felicita. No hay conservación con hambre, ni conservación con inequidad.

Hoy, debemos comprender que la conservación también es el manejo y el aprovechamiento sostenible, y que también el uso sostenible de la biodiversidad es una ciencia de la conservación. Que no permitir cazar o pescar no garantiza necesariamente más o menos caza o pesca, y que la conservación empieza con la realidad del día en que todos, absolutamente todos y todas tengamos como llevar de forma digna los alimentos a nuestra familia.

La criminalización del aprovechamiento sostenible es quizá el más grave error del país hoy en su visión de conservación. Hemos creído que aquí en el Valle Central se toman las mejores decisiones “científico-técnicas” que garantizaran el futuro del país. Ojalá que sí, pero no necesariamente, porque querámoslo o no, los pueblos indígenas y las comunidades locales (cercanas a nuestros bosques y nuestros mares) han realizado el manejo de sus territorios y recursos antes, solo que aún esto no lo hemos reconocido.

Costa Rica llega polarizada a la década de los océanos, otros países han logrado llegar de la mano, buscando un sano equilibrio para un aprovechamiento sostenible, que conserva, protege y distribuye de forma justa y equitativa los beneficios de la conservación, y donde esos que llamamos nosotros tristemente “buenos o malos” se dan la mano para una sociedad más justa y equitativa para todos y todas.

[1]. Quesada Mateo, Carlos 1990. Estrategia de Conservación para el Desarrollo Sostenible de Costa Rica, ECODES/ Ministerio de Recursos Naturales Energía y Minas. San José. Servicios Litográficos. 180 pags.

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