¿Recuerdan cuando nos escandalizamos porque se reportaron 35 casos nuevos de COVID-19 en un día? La noticia se recibió en la casa. Porque el país entero estaba recluido, acatando la, más orden que recomendación, de quedarse en la casa y no salir. Era otro tiempo, otra época. Otra sensación.

En ese momento no encontraba eco el cuestionamiento a la existencia de la enfermedad y  la pandemia, en ese momento éramos todos excelentes ciudadanos y abundaban los videos y las críticas a las personas que salían del hogar y organizaban actividades y se juzgaba con severidad a la persona que cuestionaba el trabajo realizado. Costa Rica era orgullo, la CCSS volvía a agradecerse, el Dr. Salas era Superman, Carlos Alvarado era digno de nuestra admiración y el país entero veía con asombro como la pandemia no nos golpeaba como a las potencias mundiales.

Seis meses bastaron para cambiar radicalmente esa percepción del tico. De abril a octubre. Solamente seis meses y ya somos otra Costa Rica. Hoy ya no hay órdenes de las autoridades, hoy son recomendaciones.

Los volátiles costarricenses hoy cuestionamos el uso de la mascarilla, hoy cuestionamos el trabajo de las autoridades de salud, cuestionamos las medidas del gobierno y nos oponemos a, básicamente, cualquier propuesta que incluya un esfuerzo adicional de  nosotros. Hoy ya no somos orgullo, hoy somos reclamo.

Y del reclamo político generalizado y de las acciones irracionales por el disgusto extendido de la población (¡bloquearon el paso de personal sanitario en medio de la pandemia por COVID-19!) ya no nos sorprendemos.

Pero sí nos volvemos a sorprender de nosotros mismos, de la volatilidad del costarricense. Las voces, pocas, que se dejaban decir que el personal de salud “tenía” que aceptar el riesgo de exponerse y exponer a sus familiares porque “así les enseñaron en la escuela de medicina”, porque “para eso estudiaron” y “porque ellos escogieron trabajar en eso” ahora se han multiplicado. Estas voces se encuentran ahora en múltiples personas, políticos, profesores, y hasta en periodistas.

Hoy los trabajadores de la CCSS vuelven a ser los villanos, los privilegiados, los ominosos trabajadores públicos y ya no hay anuncios agradeciendo al personal sanitario su esfuerzo, hoy ya no hay promociones o descuentos para personal de salud y hoy ya no se pintan murales agradeciendo el esfuerzo, las largas jornadas y las marcas en el rostro por el equipo de protección personal. Hoy ya no son héroes sin capa.

Muchos personajes que dichosamente nunca han tenido familiares enfermos ni han estado en los hospitales son los que más critican las acciones tomadas. Y para los profesionales en salud resulta difícil de asimilar el nivel de comentarios generados desde el desconocimiento, pero con frecuencia no han dicho nada y han callado y continuado trabajando.  Pero hoy leemos a un periodista, que olvida que no porque tenga un micrófono significa que merece ser escuchado, que escribe que “les toca” exponerse porque para eso les pagan. Los periodistas aún lloran, justificadamente, el lamentable evento de la Penca, en cumplimiento del deber periodístico voluntariamente aceptado pero no les parece admirable el esfuerzo médico. Eso no está bien y por eso me siento y escribo: ¿recuerdan cuando nos escandalizamos porque se reportaron 35 casos nuevos de COVID19 en un día? Era otra época.

Pero (al igual que agricultores, policías y trabajadores en supermercados) los médicos, enfermeros, asistentes de pacientes, personal de aseo, administrativo y de transporte siguen al pie del cañón. Más de 2500 funcionarios de nuestra CCSS contagiados es una cifra muy alta (5% de todos los empleados) con 10 terribles y llorados fallecimientos. Los demás no han mermado su trabajo, no han mermado su esfuerzo. Siguen trabajando jornadas de hasta 36-48 h seguidas incluyendo 4 o 6 horas continuas de utilizar equipo de protección personal asfixiante, caluroso, del que deja marcas en el rostro, pero también en el ánimo y la resolución.

Ellos seguirán, aquí estarán. En el momento más importante para el país, en el momento más crudo, más amenazante aquí siguen. Seguirán luchando por los costarricenses, porque mantengan su salud, porque se recuperen y podamos todos juntos en unos años mirar hacia atrás y saber que aunque tuvimos muchas pérdidas nos mantuvimos fuertes y unidos. Pero no ataquen de nuevo innecesariamente al personal sanitario, no lo conviertan en blanco de críticas, que ellos, por lo contrario, necesitan todo el apoyo, toda la ayuda, todos los buenos deseos para seguir ahí, fuertes, inamovibles, porque es su trabajo sí, pero nunca un trabajo que involucre arriesgar la vida propia y de familiares debe verse como obligación o displicencia, debe verse con admiración y apoyarse mientras se realiza.

A pesar de que son las 8 pm y ya no escucho aplausos, todo el apoyo a ellos, a los que a pesar de las voces insensatas persisten en la lucha por salvar a los que quedan de la generación que nos lo dio absolutamente todo. Así que no más críticas viscerales al personal de salud, porque la vida los puso como el ejército en un país no armado.

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