En 1971 se funda el Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes y el 1º de mayo de 1973, el presidente de aquel entonces, José Figueres Ferrer, emitía desde su silla presidencial un discurso memorable donde planteó: “¿Para qué tractores sin violines?”.

Hoy parece que nuestros representantes, liderados por el Partido Unidad Social Cristiana han decido retroceder 47 años y llevar a prácticamente un cierre técnico al Ministerio.

El comunicado emitido por diversos medios y redes sociales del Ministerio de Cultura es bastante claro: se afecta de forma directa instituciones que son pilares de nuestra identidad y quehacer artístico como los teatros Nacional y Melico Salazar, los museos, las bibliotecas; por mencionar algunos. Se afecta los programas educativos y becas. Se afecta a la persona joven, niños y niñas.

La UNESCO cuando habla de Patrimonio Cultural, se refiere “al legado que recibimos del pasado, que vivimos en el presente y que transmitiremos a las generaciones futuras” (el destacado es de la autora).  Quizá aquí es donde deberíamos parar un momento y reflexionar sobre cuáles están siendo los cimientos de la Costa Rica “pos-pandémica” (ojalá) del futuro.

Para quienes quieran seguir ninguneando al sector, les recuerdo que la cultura es el tejido que conforma nuestra historia, encarna el valor simbólico del ser costarricense, nuestra identidad. La cultura como herramienta y vehículo para conocernos a nosotros mismos, para entender a los demás, es vital para crear una sociedad que sea capaz de dialogar de forma respetuosa y pacífica. De entenderse y ayudarse. Algo que, como se ha visto en los recientes acontecimientos del país, está claro que cosechamos lo que sembramos.

Lamento de forma profunda esta decisión de nuestros dirigentes, un parche mal pegado al problema fiscal que enfrenta el país, que pone sobre la mesa de la forma más vil sus prioridades e intereses, en vez del bienestar de los y las ciudadanos costarricenses presentes y futuros.

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