Juan Carlos Hidalgo, que hace exactamente diez días, se jactaba de ser un defensor del Estado de Derecho y criticó fuertemente a la UCCAEP por legitimar un movimiento con discurso golpista, terminó él mismo proponiendo un escenario de golpe de Estado maquillado como una última línea de defensa de los mercados y del bienestar del país. En su artículo “De frente: Salida institucional”, afirma que para el presidente Alvarado “su liderazgo se agotó”. El liderazgo y la función de gobernar de un presidente electo por el pueblo no se agota hasta que se termine su mandato constitucional de 4 años, proponer lo contrario es proponer un golpe de Estado.

Hidalgo afirma que Carlos Alvarado debe dar un paso atrás, ejerciendo una función puramente ceremonial, y que debe escoger un ministro de la Presidencia que gobierne a Costa Rica “con un gabinete tecnocrático por el resto del período presidencial”. En otras palabras, nombrar a un líder no electo democráticamente, para que gobierne con un gabinete distinto al escogido por el presidente Alvarado. Una junta ilegítima liderada por un actor ilegítimo.

Carlos Alvarado no fue electo para ejercer la función ceremonial de Jefe de Estado de Costa Rica, como si fuera una figura de una realeza inexistente en nuestra República, fue electo por el 60.59% de los votos válidamente emitidos para gobernar. Si el pueblo está en desacuerdo con su gestión, la manera de removerlo pacíficamente es la que tenemos desde 1953, mediante el voto popular en las siguientes elecciones presidenciales.

El designado para ejercer esta función de jefe de gobierno de facto desde la cartera del Ministerio de la Presidencia, es Rodrigo Arias, que ni siquiera ha logrado superar el título de precandidato y conseguir la candidatura para presidente de la República desde el PLN, aunque sí lo ha intentado. Rodrigo Arias sería un líder ilegítimo, escogido exclusivamente por una élite política.

Hidalgo justifica su propuesta en la urgencia de transicionar a una forma de gobierno parlamentaria. Este cambio puede traerle muchos beneficios al país, y merece un debate nacional en el que el pueblo decida o no llevarlo a cabo, pero para eso se requiere una reforma constitucional, no un acuerdo entre líderes políticos que ignora que sobre ellos no recae ningún Poder Constituyente.

Es triste que justo ayer celebrábamos que el pueblo chileno va a redactar su propio futuro, y amanecer hoy viendo que ciertos políticos en Costa Rica piensan ignorar al poder soberano, y nombrar a dedo a un jefe de gobierno. Parece que Hidalgo se está perfilando para ser electo en algún cargo de elección popular en el 2022. Por favor, que a nadie se le olvide que propuso un golpe de Estado como salida institucional a la crisis por la que está pasando Costa Rica.

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