Costa Rica es reconocido por el país “verde”, de “paz”, de gente “pura vida”, que a su vez es pionero en sistemas inteligentes, en los que destaca una importante trayectoria hacia una economía verde, libre de emisiones. Vivimos en un país rodeado de dos mares, de clima tropical, con una cobertura de área boscosa del 52%, lo cual nos permite albergar al 6.5 % de la biodiversidad mundial. Ahora bien, ¿qué tiene que ver todo este contexto del que muchos ticos nos sentimos orgullos, con el garantizar una alimentación saludable para todos? A continuación, tres reflexiones con el intento de darle algunas respuestas a esta pregunta, y replantearnos si como ticos tenemos o podemos lograr una alimentación que sea inteligente y sistémica, y por ende saludable.

La mayoría de nuestros alimentos saludables vienen de la naturaleza. Una naturaleza que Costa Rica protege y valora para crear nuevas oportunidades de desarrollo, y que han hecho que el costarricense, en general, sea uno con la tierra.  Nuestros bosques por ejemplo, no solo son uno de nuestros mayores capitales económicos y sociales, sino también son nuestro principal capital para hacer de nuestros suelos, suelos fértiles y saludables. Nuestros suelos son ricos en micronutrientes, y a través de prácticas agrícolas sostenibles, nos permiten tener la disponibilidad y acceso a una gran biodiversidad de alimentos, como frutas y vegetales de todos los colores, tamaños y sabores, con una excelente y diferenciada calidad nutricional. En síntesis, los esfuerzos de conservación de Costa Rica nos permiten tener suelos saludables, para así obtener alimentos saludables a lo largo de todo el año.

La crisis por el coronavirus que ocasiona la enfermedad COVID-19 nos hace un llamado para reflexionar y apreciar nuestras necesidades más básicas, y valorar algo de lo que muchos carecen, sobretodo en estas circunstancias: la alimentación. La alimentación es la esencia de la vida, y es por ello que, como consumidores, debemos demandar más que nunca, nuestro derecho hacia una alimentación saludable y hacia entornos alimentarios en pro a dietas saludables, para así asegurar que la opción de alimentos saludables sea la más fácil, conveniente y asequible. Pero, así como tenemos derechos, tenemos que ser conscientes también de nuestras responsabilidades para garantizar una alimentación saludable para todos, y preservar nuestra salud y la salud del planeta.

Un momento como este, por consiguiente, nos hace reflexionar que absolutamente cada decisión y acción alimentaria que hagamos día con día está totalmente conectada con un sistema, llena de héroes de la alimentación —agricultores y trabajadores de todo el sistema alimentario— con los cuales debemos ser solidarios y agradecidos. Sin embargo, en lugar de haber conexión, muchas veces hay desconexión, y no logramos reconocer el valor agregado que hay detrás de cada alimento, que llega de la granja a nuestras mesas, incluso en medio de las perturbaciones de la crisis por COVID-19.  Recordemos que a la hora de comer somos parte de un sistema, y nos toca conectarnos con el mismo para trabajar todos juntos hacia formas de producir y consumir alimentos de manera inteligente y responsable, y así lograr el verdadero bienestar de nuestra salud, de nuestros agricultores, de nuestras comunidades, de nuestras economías y de nuestro planeta.

Nos encontramos en la recta final de la Agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, con más desafíos de los que encontramos al inicio, pero también con más herramientas y la convicción, de que el gobierno, sociedad civil y sector privado juegan un rol fundamental en el alcance de un mundo más equitativo, donde podamos hacer una realidad el acceso a una alimentación saludable, sostenible, asequible y suficiente para todos y todas. En este sentido, el país ha progresado significativamente en las últimas décadas en el desarrollo de diferentes piezas, entre ellas políticas y programas, para apoyar a los productores/as nacionales, la producción y consumo responsable, así como el desarrollo de estrategias resilientes e inteligentes para asegurar el derecho humano a la alimentación saludable, y prevenir todas las formas de malnutrición.

Una herramienta valiosa, como parte de estos esfuerzos son las Guías Alimentarias Basadas en Alimentos (GABAS).  Hoy en día, el país se encuentra desarrollando sus nuevas GABAS, con el liderazgo del Ministerio de Salud, para que la población costarricense y diferentes sectores relevantes a la nutrición puedan comprender y adoptar de forma correcta y coherente recomendaciones de alimentación saludables y sostenibles, relevantes al contexto y realidades del sistema alimentario del país. La meta es que este proceso de desarrollo de estas nuevas GABAS, que involucra múltiples actores y sectores, sirvan para destacar a nuestro país no solo como el referente de la gran biodiversidad, conservación, descarbonización de economía y paz, sino como un pionero de la construcción de una visión sistémica e inteligente de alimentación saludable que nos permita de forma colectiva cultivar una variedad de alimentos para nutrir a una población en crecimiento y preservar el planeta juntos.

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