A una lista de voces, que ya suena a coro desafinado e incoherente, se suma ahora la voz irresponsable de Juan Carlos Hidalgo, que propone pisotear la democracia costarricense, desoyendo la elección popular para convertir al presidente de la República, Carlos Alvarado Quesada, en material de relleno y que se haga un nombramiento de un “Súper Ministro de la Presidencia”. Propone, ni más ni menos que, a Rodrigo Arias Sánchez, ministro de la presidencia, en la administración de su hermano Óscar.
Sí, en Costa Rica no pueden trabajar en la misma escuela primaria dos hermanos como misceláneos, pero dos hermanitos si pueden hacerlo en el Poder Ejecutivo, de presidente de la República y de ministro de la Presidencia, no pasa nada. Me disculpo por la digresión, pero en la era del “Yo manifiesto lo que me da la gana”, no quería dejar pasar la oportunidad de colar esta reflexión.
Yo quiero recordarle al señor Hidalgo que, en una elección con una participación del 66,9% del padrón electoral, don Carlos Alvarado ganó con casi el 61% de los votos y ese mandato popular rige de mayo de 2018 a mayo de 2022. El señor Hidalgo dice que Costa Rica no aguantará eso y yo le digo que el que carece de aguante es él y eso habla muy mal de su espíritu democrático.
Es buena hora para recordarles los números a algunas personas de partidos como Unidad Social Cristiana —que obtuvo un 16,02% en una primera ronda electoral, que no superó— y a los diputados tránsfugas de Restauración Nacional. Unos y otros se han convertido en piedras del camino para Costa Rica, unos y otros han implementado la generación de odio y de desinformación como caballo de batalla, en la que el gran perdedor será el pueblo costarricense. No son los únicos, al equipo podemos agregar, entre otros, a Dragos Donalescu que, un día sí y otro también, destila bilis.
Poniendo ejemplo de experticia en desinformación y mentiras, aun no supero el hecho de que la diputada independiente Carmen Chan manchara el Día Internacional de la Mujer de 2019, con la afirmación de que la feminista francesa Simone de Beauvoir era una pedófila. Semejante mentira no era siquiera de su autoría, sino un dato falso que hizo correr gente de su talla. Pero bueno, la mentira no tiene que detenerse por cosas como la originalidad y en Costa Rica, algunas personas han hecho de ella su principal recurso, sin que ello mueva a la indignación.
Pero volvamos a las grandes ideas de don Juan Carlos Hidalgo, él propone a Rodrigo Arias y yo quiero recordarle algunas cosas: don Rodrigo fue el artífice del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana, “Memorándum de Miedo” incluido, que dejó a Kevin Casas desalojado de la vicepresidencia de la República y fue granero de frases citables, verbigracia: “Los que hoy vienen en bicicleta, con el TLC vendrán en motocicleta BMW, y los que vienen en un Hyundai, vendrán en un Mercedes Benz. En esto consiste el desarrollo” (Óscar Arias, 2006). A 14 años de esa declaración yo sigo esperando.
Sigamos, don Rodrigo fue parte de un gobierno que nos dejó un déficit fiscal enorme, luego de recibir finanzas limpias de la administración Pacheco de la Espriella y que nos infló, sin asco, la planilla del Estado en un 20% (de 4 empleos generados por la administración de la dupla Arias Sánchez, 3 se crearon en el sector público).
Yo quisiera manifestarle al señor Hidalgo, que estamos donde estamos por una serie de irresponsabilidades de muchos gobiernos y que, el hecho de que gente como él se dedique a ensuciarle la cabeza al desmemoriado pueblo de Costa Rica y a enlodar un panorama pandémico, ya de por sí espeluznante, no ayuda en nada.
Mal nos hace pensar del Cato Institute ese señor ¿Sería ahí donde aprendió de ley, de orden y de respeto a la Constitución?
El tipo de discurso que exhibe Hidalgo y también otras personas constituye un lastre para el ya golpeado ánimo de los costarricenses. Sus embates contra la democracia, no por deleznables, son menos peligrosos.
A don Carlos Alvarado lo juzgará la Historia, a Juan Carlos Hidalgo también, pero yo quiero adelantarme y señalarlo como sedicioso y nefasto para el orden democrático.
Hoy quiero convocar a mis conciudadanos a la crítica política sana, aquella que va de la mano de la Carta Magna y al trabajo decente e incansable por una Costa Rica que, golpeada por la economía y la COVID-19, tiene derecho a desear y bregar por ser y estar mejor.
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