Mi mayor nostalgia es cuando crecí en el campo, donde la primera imagen que recuerdo es en la que solía hablar con mi amiga, la Vía Láctea, rodeado por el cielo limpio, momento que evocaba las constelaciones y la mitología griega. Tal como dijo Carl Sagan, no sabemos si nacimos de una estrella: el nitrógeno de nuestro ADN, el calcio de nuestros dientes y el hierro en nuestra sangre que forman parte de las estrellas que colapsan, es decir, estamos hechos de material estelar.

Sin embargo, debido al paso monolítico acelerado hacia la codicia y el desarrollo de la humanidad, ya no es fácil ver a estos amigos en cualquier lugar. Con la crisis climática y el déficit de biocapacidad, hemos llegado a la última etapa: el Armagedón.

El precio de la contaminación atmosférica le ha pasado la factura a nuestra generación. Según “IQ Air”, se estima que aproximadamente 7 millones de personas mueren cada año por la contaminación atmosférica y, el 91% de la población mundial vive en lugares donde la calidad de la atmósfera supera los límites de las directrices recomendadas.

Como indicó el sociólogo alemán Ulrich Beck, la sociedad actual está en tiempos de riesgo. El éxito de la industrialización incurrió en la globalización de la contaminación atmosférica, que es el riesgo manufacturado más representativo en la sociedad industrial y uno de los peligros dolorosos creados por la humanidad.

Hoy, 7 de septiembre, es la primera vez que se celebra el Día Internacional del Aire Limpio por un cielo azul, fecha designada por las Naciones Unidas en el 2019 tras una resolución de la Asamblea General (A/RES/74/212) la cual fue iniciativa de Corea y tuvo el respaldo de 22 países, incluido Costa Rica.

Esta resolución nos recuerda la necesidad de reducir sustancialmente el número de muertes y enfermedades causadas por productos químicos peligrosos, y la contaminación del aire, el agua y el suelo, además de prestar especial atención a la calidad del aire.

Por otra parte, también este escrito reconoce que el aire limpio es importante para la salud y la vida diaria de las personas, igualmente para los ecosistemas.

En el pasado, el aire fresco era gratuito, pero ahora ya no lo es, ahora es un recurso costoso de conservar y un valor que no se puede ceder. Respirar aire limpio es un derecho humano para la seguridad propia, así como la clave para la sostenibilidad global.

Costa Rica fue galardonado por la ONU como el “Campeón de la Tierra 2019” y se mantiene a la vanguardia a través de la producción de la energía renovable al 99% y el compromiso de poner en práctica el Plan Nacional de Descarbonización 2050.

Con la observación ecológica y susceptibilidad ambiental, Costa Rica detecta hasta el polvo fino del desierto del Sahara.

En el caso de Corea, se estableció el Consejo Nacional sobre Clima y Calidad del Aire, y se anunció recientemente la diplomacia del Green New Deal para transformar la estructura económica.

Es momento que la cooperación y la solidaridad internacionales sólidas se tornen imprescindibles para tomar acciones urgentes.

Antes del nacimiento de Zeus en la mitología griega, Gaia, Urano y Ponto, los cuales eran dioses de la tierra, el cielo y el mar, respectivamente, convivían en armonía.

Bajo la misma lógica y para superar la crisis climática actual, nuestro planeta debe explorar y articular nuevas iniciativas mediante la cooperación triangular proactiva tierra-cielo-mar, creando una nueva alquimia.

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