En días recientes, tal vez no haya noticias más frecuentes de las que tratan sobre las finanzas públicas y la propuesta elaborada por el Gobierno para llevarla con el FMI. Son infinitas las reacciones ante este plan, que en su mayoría muestran un descontento general, y de inmediato se empezaron a ver en redes sociales múltiples frases como: “¡Costa Rica no necesita impuestos, lo que necesita es empleo!”, o el “¡Ni un impuesto más!
Posiblemente, ante frases como estas, no haya un costarricense en desacuerdo; antes de la pandemia, ya Costa Rica enfrentaba su propia crisis, al tener una tasa de desempleo relativamente alta, una desaceleración de la economía, y los impuestos nunca son deseados.
Presupuesto 2021
El gobierno presentó el proyecto de gasto para el próximo año, del cual todos los costarricenses tienen acceso en la página web del Ministerio de Hacienda. Según los datos de ese presupuesto, un 42,43% del presupuesto se destina al pago de la deuda, que se compone del pago de intereses y el pago de amortizaciones, tanto de deuda interna como externa. En el presupuesto, por cada ¢1000 en el pago de intereses de deuda externa, se destinarán aproximadamente ¢5132 al pago de intereses de deuda interna, es decir, casi 5 veces más. Mientras tanto, por cada ¢1000 al pago de amortizaciones para deuda externa, se destinarán ¢31.067 para el mismo componente de deuda interna, casi 31 veces más.
La deuda interna, entendiendo que casi la mitad del presupuesto se va destinado al pago de la deuda, está siendo un componente importante, que con los datos del Banco Central a julio de 2020, de la deuda interna bonificada por tipo de tenedor del Gobierno Central, el Sector Público (excluyendo bancos públicos) representa un 26,8% de la deuda sobre el valor transado. Si bien es cierto, el gobierno debe cumplir con sus obligaciones financieras, ante la situación coyuntural y a corto plazo tan crítica, urge lo que muchos economistas están recomendando, y es esa reestructuración financiera.
Lo que no es deuda
Del restante presupuesto, un 24,69% se destina al pago de remuneraciones, y un 24,56% a las transferencias corrientes. De ese restante presupuesto, hay muchos rubros que analizar, como de los que se mencionan en el clamor popular, hacia un cambio ya con las pensiones exorbitantes, y con justa razón, pues solo para regímenes de pensiones en el presupuesto, esto representa un 17% del presupuesto que no se destina a pagar la deuda pública.
Pero veamos, por cada ¢1000 de ingresos que percibiría el Estado para el próximo año, casi ¢579 se destinan para el pago de servicios en educación y salud. En un caso hipotético y extremista, quedándonos solo con un Estado que brinde estos dos servicios (Sin que brinde seguridad, que no transfiera fondos al congreso, tribunal, etc.) y cumpliendo con el pago de la deuda para el próximo año, aún así nos quedaríamos con un faltante de aproximadamente 2,7 billones de colones; es decir, es claro que el problema del Estado costarricense es estructural, y un ajuste fiscal para el próximo año, solo por la vía de Gasto Público, es prácticamente imposible realizarlo.
Con esto, es deshonesto que haya personas, grupos y partidos en el ambiente político con posturas populistas, “endulzándonos” el oído con propuestas no realistas, pensando más en adquirir desde ya los votos para la próxima campaña política, cuando a corto plazo, la situación económica del país es sumamente alarmante. Lastimosamente, el ajuste fiscal transitorio que necesita el país, también va necesitar de un ajuste vía impuestos; esta medida, junto con la reducción de gasto público, ambas son recesivas, pero las dos serán necesarias para evitar el próximo año, agudizar la crisis por un “default”, que de esto hay amplia literatura económica, y los costarricenses podemos consultar sobre sus consecuencias.
Son muchas las ideas para balancear la propuesta ante el FMI, debería de expresarse así por parte del Ejecutivo, incluyéndose en la propuesta venta de activos de mayor valor o ajustar todavía más el gasto público, priorizando rubros y ahorrando en otros; pero las necesidades de recursos están ¡para ya!, y como ciudadanos, sería mejor ver políticos dirigiéndose con mayor honestidad, tratando de balancear la propuesta en la medida de lo posible, y no con ideas populistas; el daño de no hacer nada es muchísimo peor.
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