Por Javier Torres Méndez – Estudiante de la carrera de Psicología
Todas las personas pasan por diferentes etapas en la vida, algunas llegan a marcar de manera significativa la forma de comportarse y el desarrollo de la personalidad y actitudes de las personas. Por esta razón, es importante crear un entorno adecuado para los niños, donde se logren desarrollar habilidades sociales que vayan de acuerdo con la estructura social deseada. En caso de que esto no suceda de esta manera, es probable que, al ser adolescentes, lleguen a necesitar algún tipo de intervención psicológica que los ayude a superar los traumas y mejorar los tipos de conductas que no son bien vistas en la sociedad; es ahí donde empieza a jugar un papel importante la psicoeducación.
La psicoeducación se basa en un tratamiento terapéutico con el que se busca brindar herramientas, tanto a las familias como al paciente, para lograr encontrar respuestas sobre el comienzo de la enfermedad. De esta forma el paciente logrará, bajo entrenamiento y terapia, aprender técnicas para enfrentar y mejorar esos problemas. Está basado en tres fases diferentes: la fase educativa, la fase de jerarquización de problemas, déficits o necesidades, y la práctica de las habilidades aprendidas en la vida cotidiana; el número de sesiones de trabajo grupal dependerá de los contenidos e información a tratar previamente con la familia y el paciente (Cuevas y Moreno, 2017). Se trabaja muy de la mano con la familia, ya que también se toman en cuenta factores biológico-hereditarios, así como el entorno en el que se desarrolló, para lograr entender mejor la raíz de los problemas presentados. El modelo psicoeducativo tiene como finalidad educar e informar, desde una perspectiva bio-psico-social, sobre los conocimientos y aspectos esenciales de la enfermedad (Cuevas y Moreno, 2017). También existen programas educativos que implementan este tipo de terapias, como el programa “trampolín”.
En el Programa Trampolín participan adolescentes con graves alteraciones del comportamiento y que son considerados por las autoridades educativas como el colectivo con más dificultad para la intervención escolar ordinaria (Orrego, Paino y Fonseca, 2016). Este tipo de estudiantes o adolescentes que acarrean algún problema desde la infancia normalmente son las personas que más dificultades tienen en cuanto al sistema académico se refiere, no logran llevar a cabo actividades sociales de la misma manera y tienen una forma particular de afrontar las situaciones, de ahí la importancia de este tipo de tratamiento que busca evitar que sufran consecuencias a nivel de desarrollo social y humano, además de problemas de bienestar emocional (Orrego, Paino y Fonseca, 2016).
Este tipo de terapia es de gran ayuda para la familia y el paciente, llega a brindar las herramientas necesarias para enfrentar los problemas y se da el acompañamiento necesario de parte del terapeuta, lo cual da una confianza adicional a la persona que se está tratando. Siempre es importante buscar recalcar el cómo funciona este tipo de tratamientos y que las personas involucradas estén conscientes de que es un proceso, que puede tener sus altos y bajos, pero que siempre se va a buscar brindar un beneficio y que las intervenciones psicoeducativas buscan ayudar a la persona no solo a nivel individual, sino también a nivel colectivo y de su entorno.
