Por María Fernanda Umaña Madriz – Estudiante de la carrera de Odontología
El 11 de marzo 2020 la OMS declaró el virus COVID-19 como pandemia, este ha tenido repercusiones importantes a nivel mundial. Algunos estudios realizados recientemente en varios países reflejan que la tasa de mortalidad por COVID-19 ha aumentado por la alta contaminación del aire, pero algo está pasando: la contaminación del aire está disminuyendo por el confinamiento. La emergencia por enfermedades está asociada con frecuencia a los cambios en el medioambiente, consecuencia de las actividades humanas, desde la modificación del uso del suelo hasta el cambio climático. ¿Esta crisis, nos motivará a hacerlo mejor y descubrir cuáles son los desafíos que se presentan para un futuro sostenible? Este es el reto que tenemos ahora.
Antes del coronavirus la contaminación del aire acabó con la vida de 7 millones de personas por año en todo el mundo (National Geographic, 2020). La contaminación del aire es un factor que puede aumentar la posibilidad de padecer afecciones cardiovasculares y pulmonares. Las poblaciones en zonas de altos niveles de contaminación atmosférica están potencialmente expuestos a sufrir los peores efectos al contraer esta enfermedad, ya que el estar enfermos los hace más propensos de contraer el virus y su recuperación es más complicada. Estudios realizados sobre la contaminación ambiental e invasión de hábitats naturales de las especies han demostrado que las especies silvestres que más virus comparten con los humanos son precisamente aquellas cuya población está cayendo a causa de la explotación y la pérdida de hábitat (National Geographic, 2020).
Con la pandemia podemos ver un aliciente en la disminución de la contaminación ambiental, pues se observa una reducción en emisiones de CO2 (dióxido de carbono), esto debido a que las emisiones del transporte y de las industrias ha disminuido considerablemente. Además, se ha logrado aumentar, de forma masiva, el teletrabajo, lo cual ha mejorado el tema ambiental al reducir significativamente el CO2 de los vehículos y autobuses. No obstante, el uso de mascarillas desechables, guantes y la compra de productos envasados en plástico como el alcohol, ha generado un mal manejo de estos desechos. Por otro lado, dentro de los resultados y propuestas que se encontraron en la revisión bibliográfica se citan acciones como electrificar el transporte público y privado como nuevas fuentes de energía renovable (BID, 2020).
Es esencial que en un momento en que el mundo está detenido, se reflexione sobre lo importante de generar soluciones para un futuro sostenible. Aunque esto ya no es un problema del futuro, es una situación que debemos revertir de inmediato para evitar que la destrucción del planeta será irreversible. Ya enfrentamos consecuencias como las sequías, los huracanes, el hambre y la pobreza sumadas al calentamiento global. Por lo tanto, es necesario incentivar el uso de productos reciclables, promover el uso de energías limpias, reducir la deforestación, evitar la contaminación (aire, suelo y agua) y poner un alto a la destrucción de los ecosistemas. Los hallazgos son importantes y nos permiten concientizar sobre que no solo es responsabilidad de los gobiernos, también es nuestra responsabilidad hacer un buen uso de los recursos naturales y cuidar nuestro planeta.
