Por Andrea Anchía – Estudiante de la carrera de Administración de Negocios

“El fin justifica los medios”, una frase de Maquiavelo que tiene aplicación en la política, los negocios o en cuestiones de la vida diaria que involucren la ética. Significa que cuando el objetivo final es importante, cualquier medio para lograrlo es válido. ¿Pero le pasa esta justificación por encima a los objetivos de la negociación? Bueno, este año, tras la muerte del comandante iraní Qassem Soleimani y las fuertes tensiones en enero pasado entre Estados Unidos e Irán, se desencadenó una serie de diferencias que dio como resultado varios bombardeos en bases militares estadounidenses.

Acá es donde nos preguntamos ¿qué se hizo mal? ¿Qué se pudo hacer mejor para tener éxito en la negociación? ¿Cómo esto repercute en un conflicto comercial y cómo otros actores internacionales se ven perjudicados? Curiosamente todos los políticos pretenden convencernos de que sus actuaciones van únicamente destinados al bienestar de la sociedad. Pero también es cierto que en algunas situaciones “muchos” se ven afectados por la forma de pensar de unos “pocos”. Lo que quiero decir aquí, es que, con un buen control y análisis de una situación, muchas variables que son decisivas para una población en específico o hasta de alcance global se podrían apaciguar con una buena negociación.

Entre las consecuencias más visibles en este conflicto están el aumento en los precios del petróleo y el oro, más ataques y represalias en la región y una guerra armamentista entre Estados Unidos e Irán. Se pudo ver cómo el mercado de materias primas creció con intensidad por la tensión en Medio Oriente tras la muerte del general. Además, aliados regionales de Estados Unidos como Israel y Arabia Saudita podrían sufrir potenciales ciberataques, secuestros y actos de terrorismo. Donde hay intereses estadounidenses, también podrían verse algunas actuaciones, por ejemplo, en Irak, el mismo Irán, Siria y Líbano.

Es un caso que puede ocasionar una recesión internacional que tendría un impacto hasta para los países latinoamericanos. En la actualidad la Casa Blanca sigue rechazando la oferta del gobierno iraní para iniciar una ronda de negociaciones, ya que estos prometen volver a cumplir los términos del acuerdo nuclear si Estados Unidos retira todas las sanciones, pero Trump, más bien, sostiene que el acuerdo nuclear del 2015 debe ser renegociado. Expertos consideran que se actuó al margen del derecho internacional y socavó las bases del multilateralismo y de las decisiones conjuntas.

Además, afirman que no son decisiones que deban tomarse por impulso, en este caso se debió integrar una visión estratégica más amplia, entendiendo las consecuencias y el impacto global. En estos momentos todo está a la expectativa, más aún porque se acercan las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre. El titular que quede al mando tendrá que trabajar fuertemente en las políticas que quiere empezar o mantener del actual gobierno. Se necesita un líder que sepa negociar, y que no utilice políticas basadas en ideas de grandeza y poca humildad; esto para que las decisiones fluyan y haya capacidad para crear pautas de acción eficaces. Además, las personas empáticas saben ponerse en la piel de los demás y saben escuchar muy bien.

Una actitud agresiva no encaja en las características de un negociador y Trump lo ha utilizado para responder a los intereses del país en casi todos sus discursos políticos. No siempre se gana. Tampoco se debe pensar en forma individual y para beneficio del país, ya que se puede caer en peligro y dejar de recibir el apoyo de aliados y de otros actores internacionales claves para el país. Todo está en el poder de comunicar y trabajar en conjunto para así evitar, a toda costa, posibles eventualidades, y hasta futuros conflictos comerciales.

 

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