Por Christopher Vargas Hernández – Estudiante de la carrera de Publicidad
El pasado 2 de febrero se llevaron a cabo las elecciones municipales en Costa Rica, las cuales definen los cargos de alcalde, vicealcaldes, regidores, síndicos, concejales de distrito, intendente, viceintendente y concejales municipales de distrito (T.S.E., 2020). Sin embargo, pese a que define tan importantes puestos para los gobiernos locales, existe una gran parte de la sociedad que se rehúsa a ser partícipe de dicha actividad cívica, por lo que la decisión queda a criterio y suerte de unos cuantos. Así que es normal cuestionarse qué ha llevado a los ciudadanos a esta situación, ¿por qué la gente ya no quiere votar?
Uno de los principales responsables al que se puede culpabilizar por la baja participación en las urnas electorales es, justamente, a los mismos gobiernos municipales, ya que las organizaciones anteriores no han hecho lo que prometieron o lo que la gente esperaba. Si bien es cierto eso no es culpa de ellos propiamente, sino de antiguos gobiernos que en muchos casos ni siquiera eran del mismo partido, los ciudadanos tienden a perder la credibilidad y el interés por emitir su derecho al sufragio, ya que consideran que, por más que voten, no habrá un cambio en sus comunidades. Este problema se agrava cuando se mantienen en el poder municipal las mismas personas por muchos años (Acuña, 2019), ya que se hace más notable la falta de acción a las mismas necesidades. Un ejemplo de esto podría ser cuando una comunidad le pide a su gobierno local por el asfaltado de una calle y, tras años de gestión, su petición no es atendida; lo cual provoca el descontento por parte de los vecinos de esa zona.
Otro factor que afecta las votaciones es la falta de información sobre los partidos que tienen los ciudadanos, ya que quizás algunos de ellos sí tienen el deseo a votar, pero si no saben por quién hacerlo debido al desconocimiento. Sencillamente no votarán o se guiarán por los colores tradicionales que les hayan inculcado desde pequeños, lo cual provoca que se repitan los problemas antes mencionados. Si bien es cierto que vivimos en una época completamente saturada de información y que todo se puede conseguir con tan solo un click, a las personas no les interesa tanto buscar información por su cuenta, por lo cual deberían ser los partidos los que se preocupen y se den a la tarea de hacerle llegar a cada uno de los ciudadanos todo lo que ellos necesitan saber; de modo que, con toda esta información, las personas tengan el criterio de saber por quién votar.
Sin duda, ver cifras de abstencionismo tan altas como las del año 2020, que corresponden a 63,6%, es realmente preocupante y alarmante, pues nos da a entender que solo 4 de cada 10 costarricenses votaron en las pasadas elecciones municipales (Umaña, 2020). Aunque, si lo vemos en retrospectiva, es un espejo de lo que sucede con las votaciones presidenciales: la gente no vota. Sin embargo, más que analizar las razones, hay que empezar a tomar acciones al respecto. Es necesario inculcarles a las nuevas generaciones ese valor cívico por ser partícipes en las votaciones, ya que no es un asunto que solo los beneficie a ellos, sino a todos con los que convive como comunidad.
