No todas las autoridades policiales de los países son racistas, de hecho, la mayoría no lo son. No todos los afrodescendientes son representados en su individualidad con justicia, tampoco los nicaragüenses, ni los asiáticos, ni los miembros de ningún grupo en particular. Para poder manejar la opinión pública, los círculos de poder fabrican estereotipos negativos; es decir le atribuyen a un número enorme de personas, características negativas que extraen de uno o más miembros de esa comunidad, y ocultan todo lo bueno que existe en ese mismo segmento demográfico. De tal manera, que cuándo se observa a alguien de un grupo “marcado” por el estereotipo no se ve a una persona concreta en su individualidad, sino que piensa en todo lo que se le atribuye a la “tribu” a la que pertenece el señalado. Ese es el ingrediente no tan secreto que alimenta el odio social.

En 1830, la mayoría de los afroamericanos eran libres en todos los estados del norte de lo que hoy conocemos como Estados Unidos de Norteamérica. El sur era otra realidad, para entenderla, necesitamos volver al estereotipo. Thomas “Daddy” Rice fue un famoso cantante de comienzos del siglo XIX, blanco, se pintaba la cara con carbón para simular ser negro y representaba un personaje deliberadamente tonto, cantaba una canción que describía a Jim Crowe (el personaje negro) en términos denigrantes; para 1850, Jim Crowe y la figura del afroamericano tonto eran prácticamente sinónimos, y sumamente populares en los estados sureños. La guerra civil norteamericana o Guerra de Secesión que culminó con la rendición de los Confederados sureños en 1865 no terminó con la discriminación racial, lejos de ella, la atizó. Después del asesinato de Lincoln, su sucesor, el presidente Andrew Johnson (sureño y racista), ratificó los llamados Códigos Negros, que concedían a los afroamericanos el derecho a contraer matrimonio legal entre ellos (prohibiendo expresamente las uniones interétnicas) y a tener algunas formas de propiedad privada. Sin embargo, no podían poseer tierras, servir como jurados, y no tenían derecho al voto, ni a ser testigos en un juicio contra un hombre blanco. Aunque ahora fueran libertos, la esencia de la esclavitud permanecía, especialmente en el Sur.

En este contexto, entre 1866 y 1876, en el período conocido como la Reconstrucción del Congreso, surge la primera ley de los derechos civiles. Un grupo significativo de hombres negros acude a las urnas electorales, como respuesta histórica, emerge un puñado reaccionario llamado Ku Klux Klan (KKK), que mataron y lincharon miles de hombres y mujeres, sin importar su edad, con el visto bueno de las autoridades locales. En 1873, el presidente Ulises Grant ratificó las leyes contra esta forma de violencia racista y mermó en mucho la violencia en el sur.

En 1890, por circunstancias históricas externas e internas que exceden el cometido de este artículo, los antiguos estados esclavistas del sur norteamericano, empezando por Mississippi, comenzaron a promulgar las llamadas leyes “Jim Crow” (nunca fue un nombre oficial), que básicamente segregaban a los negros de los blancos en todas las esferas de la vida cotidiana. Estas normativas se apoyaban en interpretaciones de la Biblia y se predicaba en las Iglesias los domingos (un momento, me parece familiar esta situación…), es lo mismo que decir que el eslogan de “separados pero iguales” está bien, porque Dios es blanco, y mira con ternurita a los negros que sirven a los blancos. O también, se puede extrapolar que Dios en su infinita bondad, creó seres diferentes para poder mantener en movimiento las calderas del infierno, que es donde los cristianos fieles mandan a todos los que no aman como ellos dicen que el libro sagrado dice que dice, porque entonces no puede ser que Dios permita que seas distinto y te salves, eso sería admitir que Dios se equivoca o no sea un dios sádico. Y así se siguen enredando en sus mecates fundamentales, pero si además lo cree y afirma alguien cuyos ancestros fue esclavizado y no podía casarse conforme Dios manda, la cosa se vuelve más confusa que la confusión. Es mejor regresar al artículo.

Las leyes de “Jim Crow” fueron retadas en la Corte Suprema Norteamericana, en el caso “Plessy v. Ferguson”, el año 1896, y se definió en una votación de 7 a 1, donde se favoreció la permanencia de las leyes segregacionistas. Una costurera de 42 años que trabajaba en una tienda, el 1 de diciembre de 1955, con un acto disruptivo, inició un movimiento gigante, se negó a ceder un asiento a un hombre blanco y no se movió a la parte trasera de un bus en Montgomery, Alabama, su nombre era Rosa Parks. Fue arrestada, se desencadenó una protesta contra los autobuses de la localidad. Pese a que, la Corte Suprema de Estados Unidos de Norteamérica, al menos legalmente diera por terminada la segregación racial con el caso de 1954 “Brown v. Board of Education of Topeka”.

Todos sabemos lo que pasó con Malcom X y Martín Luther King Jr. Admitimos que las normas no cambian mágicamente la realidad social y cultural de un país, pero es un buen comienzo. Quién intente cambiar las cosas sufrirá consecuencias, pero si es puro de intención debe hacer lo que siente que es correcto, aunque sea excluido del panteón de los demiurgos.

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