En el momento en que un partido político fue electo por el ejercicio democrático, este posee un periodo de cuatro años, para además de atender todos los eventos que se puedan llegar a presentar que afecten de manera positiva o negativa al país, debe de lograr implementar las propuestas establecidas en su plan de gobierno por el cual fue electo.
Para el adecuado desarrollo del plan de gobierno de un partido, es importante que posea una mayoría en la Asamblea Legislativa, para que de esta manera pueda tener una mayor facilidad a la hora de la aprobación de sus iniciativas, porque si se presentara un escenario contrario en el que la oposición tenga la mayoría legislativa, estos partidos tienen la capacidad de poner una mayor cantidad de impedimentos ante las propuestas realizadas por el gobierno.
A un partido político que no haya quedado electo no le es beneficioso que el gobierno vigente sea exitoso en todas sus propuestas ya que esto le puede traer un alto costo electoral en el futuro, debido a que la política nacional es ácida y los partidos opositores pueden boicotear propuestas por el simple hecho de darle mala imagen al gobierno de turno.
Desde el fin del bipartidismo, una de las palabras con que diferentes jerarcas del ejecutivo describen los mandatos presidenciales es como ingobernable, debido al poco poder que tiene el partido de gobierno en la Asamblea Legislativa lo que ha provocado que las maniobras políticas se vean frustradas.
Actualmente, nuestro país se encuentra dentro un sistema presidencialista, el cual se ha desgastado con el paso de los años y por el multipartidismo actual, es por esto que se plantea el cambio a un sistema parlamentario como una propuesta para mejorar la gobernabilidad del país, siendo el expresidente Miguel Ángel Rodríguez Echeverría una de las primeras personas en proponer dicho cambio en el sistema actual.
Existen infinidad de variantes del sistema parlamentario, pero en la actualidad del país debe de proponerse uno donde los representantes del legislativo elijan al jefe de estado y al gabinete gobierno. Esto obligaría al que el gobierno de turno tenga la mayoría en el legislativo, articulando ambos poderes del estado por el beneficio del país. En el sistema parlamentario existen diversos mecanismos de control entre el ejecutivo y el legislativo entre los más importantes es que brinda la disolución del parlamento y censura al gobierno mediante la remoción del jefe de gobierno, en caso de que ejerza mal su cargo.
El cambio a este sistema vendría de dos maneras: la primera sería un cambio en la Constitución Política o la creación de una Asamblea Nacional Constituyente para crear una constitución desde cero. Ambos escenarios plantean una serie de procedimientos complejos, tanto jurídicamente como políticamente mas no imposibles.
Existe gran controversia con el hecho del cambio de un sistema presidencial a uno parlamentario, debido a que en cierta medida se puede ver afectado el principio de representatividad dado que los ciudadanos ya no van a poder escoger directamente el presidente a cargo de la nación, sino va a ser por medio de la elección de los diputados postulados, los cuales tendrán la potestad de hacer la elección del futuro mandatario.
Ahora bien ¿funcionará este sistema en la política costarricense? La respuesta no es sencilla, en la Asamblea Legislativa se suelen enfrentar (no solo políticamente) por una infinidad de temas, no es que exista problema con que haya opiniones distintas, el problema es que se enfrentan no debaten. Por tanto, es muy posible que la distintas fracciones no se pongan de acuerdo para elegir al jerarca del ejecutivo o que la oposición intente boicotear al gobierno al menor traspié, en el caso de Costa Rica es muy probable que distintos mandatarios a lo largo de la historia hubieran llegado a ser removidos de su cargo debido a la forma en que abordaron distintos temas de índole público.
A nivel mundial existen casos en que el sistema parlamentario ha funcionado durante su desarrollo y otros en los cuales no ha tenido tanto éxito, pero ningún sistema político asegura la gobernabilidad de un país, pero cuando el modelo de Estado se ha desgastado ha llegado la hora de buscar nuevos horizontes y nuevas maneras de ver el mañana.
Este artículo fue escrito con la colaboración de Nicolás Rodríguez Fernández, bachiller en Dirección de Empresas.
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