12/11/19. Polideportivo de Poás, Alajuela. Después de viajar durante una hora, me la encontré en cuclillas al borde de la pista de atletismo. Recordaba con nostalgia su inicio en el triatlón y destacaba que, para desgracia de la comunidad, la infraestructura del polideportivo sigue siendo la misma desde hace 12 años.

Encontrarla en Poás no es común. Simplemente una circunstancial visita a sus padres porque antier aterrizó en el país después de dos campeonatos mundiales (Perú y República Dominicana) y mañana mismo debe regresar a San José para retomar sus estudios universitarios.

En esta pista se desmayaba una niña "rellenita" a los 9 años...

La pasión de su hermano mayor por el atletismo fue el empuje inicial…la motivación para participar en un entrenamiento a las 5 de la mañana e intentar correr al menos dos vueltas alrededor de la plaza.

Su contextura la mantenía lejos de ser un potencial talento y en cambio, tuvo que comerse al menos un año de puros últimos lugares en todas las competencias. Eso sí, nunca sola porque su hermano del medio siempre la acompañaba en la desgracia.

- (La interrumpo) ¡Ay Raquel! ¡A esa edad yo me hubiese retirado lo antes posible!

- (Se ríe) Pero tampoco crea, también habían lágrimas y muchas inseguridades.

Dificultades transformadas en timidez y miedo. Sentimientos que aún viven, pero que ignora con buena música electrónica o simplemente nadando 500 metros más.

Según Raquel, del último lugar al primero solo hay un pasito: el hecho de no parar. Lo afirma porque lo experimentó al ver cómo se deshacía su equipo de triatlón en Poás y debía convencer a sus padres para llevarla hasta Alajuela con 13 años.

Nunca bastó el cansancio del cole o un examen para NO trasladarse durante 45 minutos hasta el polideportivo de Montserrat y entrenar dos horas al lado de sus hermanos. Un sacrificio compartido por su madre, quien los llevaba 6 días a la semana y esperaba acostada en el auto.

Su constancia la visibilizó y cuando menos lo esperaba, estaba compitiendo en el exterior para unos centroamericanos estudiantiles. Experiencia que la regresó a los últimos lugares, sin embargo, la convenció que estaba enamorada del "aterrador" proceso de aceptarse inferior para crecer.

Fue solo un paso más. El último empujón para despertarse con más fuerza, ganarse un campo en la selección nacional, convertirse en la tricampeona nacional y hasta llegar a una justas panamericanas en Lima 2019.

Antes de despedirnos, le recuerdo nuestra primera conversación hace tres años y le hago referencia al cambio abismal en su forma de expresarse:

-Diay no sé Diego, tal vez el triatlón me enseñó a creer más en mi.

-O solo le mostró de lo que era capaz, Raquel.