CTP de Alajuelita, San José. Me recibió en la entrada del colegio y mientras caminamos por los pasillos, los estudiantes no pararon de bromear con ella. Se nota que se toma muy en serio su trabajo de educadora física, a pesar de que solo ocupa el 25% de su día ¿Cómo solo un cuarto? Pues sí, porque también le toca educar a su hijo de seis años, trabajar también en el CTP de Escazú y entrenar sambo o MMA todas las noches.

Una infancia llena de limitaciones. Entre falta de zapatos y camas compartidas con sus seis hermanos tuvo que crecer en una jungla. Eso sí, un campo de guerra siempre liderado por una capitana (madre) que nunca le permitió, ni le permite salir derrotada.

Tal vez esa hambre infundada, fue pilar para no quebrarse cuando la trataban de “machorra” o “lesbiana” al expresar su amor por el fútbol en la infancia, o cuando por insistencia de un amigo, decidió practicar judo con 22 años (en 2002)...una edad donde "prácticamente" estaba acabada.

 

No tardó ni dos meses para inscribirse en los primeros combates y robarse podios a pesar de las miradas recelosas de ciertos federativos. Hace una pausa para recordar que su abrupta salida en 2006 era de esperar porque para muchos estaba robando oportunidades.

En la selección nacional, le tocó defender su tiempo de estudio y la injusta salida de su entrenador, un hecho que a la postre, la alejó de la disciplina. Para ella: ¡tal vez una de sus mayores bendiciones! Debido a que le permitió conocer el jiu-jitsu, el sambo y por ende, las peleas de artes marciales mixtas.

En el MMA, entró a la jaula pensando en el dinero y salió convencida que nada le apasionaba más (10 victorias - 1 derrota). Simplemente fue un hilo que encontró aparentemente tarde, pero que su talento y el cúmulo de conocimiento adquirido la destinaron a jalar.

Costaría mucho que ella lo diga, pero el hecho de ser tricampeona panamericana de sambo y la artífice este año de la primera victoria de un costarricense en Combate Américas (la mejor liga de América Latina) era solo parte del camino.

En mi carrera como periodista, he conversado con más de 150 atletas y no conozco un caso como el de Reina. Resulta normal ver deportistas con 20 años y ese brillo de “quiero comerme el mundo”, pero una atleta tan experimentada jamás. En cada excusa planteada, la protagonista solo le falta matarme con la mirada o decirme que yo también puedo hacerlo:

-Diego y por último.... ojalá el sambo entre a las olimpiadas y representar al país en 2024.

-Diay pero Reina, a usted ni su hijo, ni la edad, ni la lesión (tiene una luxación) la pueden parar...

-(Entre risas) Tal vez el día que encuentre una peleadora con la misma hambre y pueda ser mi sucesora.