Muy mala memoria tiene el excandidato del Partido Liberación Nacional Antonio Álvarez Desanti, de la que hace gala en el artículo “Seis años perdidos”. Es la única explicación posible para olvidar, tanto los esfuerzos y logros realizados por los gobiernos del Partido Acción Ciudadana (PAC) para rescatar las finanzas públicas, así como la herencia del déficit fiscal y la carencia de acciones firmes legada por las anteriores administraciones.
“Olvida” que fue en el gobierno de Carlos Alvarado que se logró la aprobación de la reforma fiscal, saldando una deuda de casi 20 años, que ni los gobiernos de Abel Pacheco ni Laura Chinchilla lograron resolver, y que el de Óscar Arias ignoró, a pesar de que en la campaña electoral reconoció que era necesaria.
“Olvida” que en los gobiernos del PAC se emitieron directrices para contener el gasto, y no recuerda que se realizaron esfuerzos que lograron reducir la inflación y las tasas de interés, así como la modernización de la gestión tributaria, con reformas que fueron desde Caja Única a fraude fiscal y exoneraciones, entre otras. No precisa que se impulsaron revisiones a las convenciones colectivas, para realizar históricas reducciones, en contraste con las tendencias a la alza de anteriores administraciones.
Gasto se contuvo desde 2014: Álvarez también realiza manifestaciones que no tiene que ver con la memoria, sino con una enorme inexactitud. Por ejemplo, alega que el PAC actuó de forma irresponsable por el lado del gasto y que se dieron aumentos salariales muy por encima de la inflación.
Álvarez ignora los resultados de las acciones en esta materia, que permitieron revertir la tendencia heredada: del 2006 al 2013 el gasto en sueldos y salarios creció de 4,5% a 6%, como proporción del PIB. Con la gestión de los gobiernos del PAC se detuvo este aumento, e inició una tendencia descendente, para llegar a un 5,5% en el 2019.
Incluso, si eliminamos el pago de los intereses de la deuda, puede apreciarse que el aumento del gasto corriente durante los gobiernos del PAC se llevó a niveles mínimos, alrededor de un 2%, en contraste con los aumentos de más de 5% y 15% en 2008 y 2009.
El peso de la herencia
¿Dónde estuvo el problema? En una herencia que se caracterizó por el paso de un superávit a un déficit fiscal que se concretó en el 2009, y que lo llevó a un nivel de 5% del PIB.
A ello debemos sumar el legado de una estructura de costos que no corresponde con la realidad fiscal de Costa Rica, y que quienes inflaron, ahora exigen al PAC que la solucione.
Se debe recordar que los esfuerzos de los últimos seis años limitaron el crecimiento de este déficit a un 6,9%, pero si no se hubiera actuado conteniendo el gasto y aumentando los ingresos en la parte fiscal, habría sido de 8,4% en el 2019 y se cernía la amenaza de que alcanzara 9,5% en 2020 y 14,8% en 2024.
Pero aún en este entorno de limitaciones fiscales, el PAC actuó con responsabilidad para aprovechar al máximo la inversión pública. Así se logró poner en marcha el mayor plan de inversión en salud, después de realizar el pago más grande de la deuda del gobierno con la CCSS, y también se hizo la mayor inversión en infraestructura de educación.
Se desentrabaron proyectos de infraestructura vial claves como el rescate del ferrocarril, Circunvalación Norte, La Punta Norte, Vuelta de Kooper y Bajos de Chilamate de San Carlos, o la reparación de la platina del Virilla, que culminó con la construcción del Puente Alfredo González Flores. Se avanzó en el proceso de incorporación a la OCDE, y se realizó una histórica inversión en acueductos y alcantarillados para garantizar el acceso al agua, al tiempo que se usaron con más eficiencia los créditos internacionales, que dejaron de consistir en préstamos aprobados casi sin utilizar, para alcanzar una ejecución de casi el 90% desde el 2017.
Es solo un pequeño recuento de lo realizado en estos seis años que distan de ser considerados como tiempo perdido, con tan solo un pequeño ejercicio de memoria y honestidad.
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