Cada año el regreso a las aulas pone en el ambiente muchos puntos de alegría en cada rincón de nuestro país. En el campo y la ciudad miles de niños y jóvenes celebran esa vuelta a las escuelas y colegios para aprender con sus compañeros y maestros, para construir conocimiento y comunidad gracias a un sistema educativo robusto, que aunque cuenta con grandes fortalezas subsisten dentro de él algunos retos que también regresan cada febrero para recordarnos que en educación siempre tendremos tareas por hacer.
Ahora bien, no es necesario ser educador, estudiante, miembro de junta o director para saber que la importancia del sistema educativo y la educación misma como fenómeno social trascienden las paredes de las instituciones educativas, esas que ahora están llenas de vida y hasta hace un par de semanas estaban vacías. La educación es un asunto de interés comunitario y nacional, es un medio para re imaginar nuestra realidad y la de quienes aún no nacen, para pensar y crear con nuevos aires el país que habitamos y habitaremos.
Los sueños de nuestras niñas y niños, los de nuestros jóvenes y adultos estudiantes, se construyen con materiales como el conocimiento, la perseverancia, la justicia y la responsabilidad. El amor por la lectura, la apertura para aprender y compartir lo aprendido, hacen que aquella mezcla funcione mejor, logrando que nuestra educación cumpla su objetivo de llevar desarrollo y realización a las personas que en ella lo buscan y nuestra nación, pero esa tarea se torna mucho más difícil en contextos con retos que aún no superamos. Es complicado aprender y alcanzar el éxito escolar en ambientes hostiles, en escuelas y colegios sin profesores, en hogares amenazados por la pobreza, en comunidades que padecen el machismo y la violencia.
La educación costarricense necesita garantizar a todos los actores del sistema ambientes propicios para el aprendizaje, docentes bien capacitados y motivados que vean satisfechos sus derechos laborales, que sean responsables y logren contagiar a las y los estudiantes el amor por el conocimiento y el servicio comunitario. Queremos directores comprometidos con el proyecto personal y profesional de toda la comunidad educativa que lideran, capaces de trabajar con las comunidades a las que sirven, con todas las personas bien dispuestas a sumar esfuerzos y buenas voluntades para que cada año regresar a clases tenga más alegrías y menos congojas, más ilusiones y menos presiones, más paz, más justicia y más amor.
Ojalá podamos aprovechar las oportunidades que el curso lectivo 2020 nos regala con humildad y sepamos encarar los retos con valentía, aunque sean muchos. Son más los corazones deseos de un futuro mejor. Nuestros estudiantes y Costa Rica entera sabrán agradecerlo.
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