Hace poco más de dos años mi sobrina, que en ese momento tenía tres años, me dijo que “las girls no jugaban fútbol, solo los boys”.
Al principio me sonó rarísimo el comentario porque conozco el contexto en el que vive y sabía que eso no lo había escuchado de nadie más, pero después de un instante dejó de extrañarme. ¡Claro! ¿Cómo una chiquita de tres años iba a pensar que las mujeres podemos jugar fútbol si nunca en su vida había visto a una hacerlo?
Los medios de comunicación no las enseñaban, las vallas en las calles tampoco, las empresas no las usan como embajadoras de sus marcas y en la televisión sólo se veían los partidos masculinos. En ese momento concienticé en esto y me entristeció mucho pensar que todavía, para el 2016, las niñas siguieran creciendo así, sin ejemplos femeninos que les ayudaran a imaginar todo lo que pueden ser si ellas quieren.
Pero el lunes 16 de diciembre 2019, solo tres años después de esta historia, fui al estadio Alejandro Morera Soto a ver la final de fútbol femenina entre CODEA Alajuela (La Liga) vs Deportivo Saprissa. Un estadio ¡REPLETO! 17 mil personas que pagaron su entrada. Gente entusiasmada, aficionados gritando con todo el galillo apoyando a su equipo. Yo sentía tanta emoción que se me salieron las lagrimas más de una vez.
La emoción no era solo por mí y por poder estar viviendo algo insólito en nuestro país, sino además por todas ellas, las 22 jugadoras que estaban en el campo, más las que estaban en el banquillo, finalmente sintiendo algo de justicia, sintiendo el apoyo de un estadio que no se callaba y no se cansó en los 90 minutos de partido.
La emoción es porque se les devolviera un poquito todo el esfuerzo que hacen en una liga todavía no profesionalizada, donde no reciben un salario (la mayoría), y donde tienen que entrenar de madrugada porque tienen luego que trabajar. Me parecía increíble que los medios de comunicación finalmente cubrieran un partido de liga femenina como lo hacen con la masculina.
Nada de esto fue casualidad. Hubo grandes esfuerzos este año que generaron ese cambio tan radical y positivo en el aumento de espectadores para el fútbol femenino: el desempeño de la sele en los juegos panamericanos, los esfuerzos y aporte de Shirley Cruz con su integración al equipo de La Liga con intención de ayudar a que pasara lo que está pasando y una gran campaña de Saprissa para visibilizar a su equipo femenino. Al final todo se resume en eso: dar la oportunidad de ser vistas.
Ese día, el lunes 16 de diciembre 2019 nos regalaron un partido inolvidable, fuimos testigos de la pasión y entrega con la que juegan a pesar de que las circunstancias y condiciones tan desiguales con sus pares masculinos.
¡Gracias a todas ellas por eso! Espero de todo corazón que muchas niñas puedan imaginarse siendo futbolistas, que esto culmine en que pronto empiecen a recibir un salario digno por su trabajo, que todos estos esfuerzos no queden aquí y que nunca más tengan que volver a jugar en un estadio en silencio.
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