Pavas, Costa Rica. Bajo tremenda lluvia y debido a una dirección errónea (un abrazo a mi amiga María) me costó encontrar el lugar de entrenamiento. Al ingresar, me quité el abrigo empapado y la protagonista me llegó a saludar con tremenda timidez. Pensé:

-Ay tatica Dios, creo que la conversación costará un mundo.

¡Estaba equivocado! Bastaron tan solo tres chistes malos para soltar las palabras, para dejar fluir una historia muy adolescente: Llena de dudas y superación personal.

Hace 8 años...

Neshy Álvarez creció en Desamparados al lado de su abuela y mamá. Siempre en la primera fila de la clase, y no precisamente por la estatura, sino para atender de cerca una niña hiperactiva. Aún no hay receta para este “mal”, pero para las figuras maternas la gimnasia era una opción, una disciplina acorde a su contextura y con la inspiración deportiva de una prima.

Naturalmente se salió en unos meses. Nada obligado sale bien y menos cuando hablas con una “terca” (Neshy no me asesine, son palabras suyas). Varios días después, sentada en la cochera vio a un grupo de niños caminar con unas “togas” blancas. Un traje lo suficientemente curioso para llamar a la abuela y pedirle probar un nuevo deporte.

En la primera competencia tenía más miedo la mamá que ella. Ese día obtuvo el primer lugar, pero también descubrió una característica constante: ninguna rival la inmuta. Álvarez es un hielo que se quiebra hasta los resultados finales.

Pero bueno, tanta seguridad tiene sus pros y contras. Como nos confiesan efusivas sus compañeras de selección: “¡Neshy era una vaga!”. Ella ríe dejando las conclusiones en el aire, aceptando que el talento en más de una ocasión le juega malas pasadas.

A partir de los 12 años, la llamaron a la selección nacional. El pedestal perfecto para viajar, ganar infinidad de medallas y también preguntarse: ¿Vale la pena? Semanas completas sin compartir con la mamá, dos entrenamientos diarios, cero vida social e infinidad de clases perdidas en el cole.

La respuesta el año anterior parecía inclinarse al no, hasta que doña Marianela le habló en una cena:

- Olvidemos todo un instante y pensá en tu lugar feliz.

- Compitiendo, esa adrenalina al salir del camerino.

- Entonces vale pena cada sacrificio hecho y por hacer.

En 2019, Neshy cambio el colegio por un instituto. Empezó a competir en la categoría mayor, se fogueó en Inglaterra, Estados Unidos y México…hasta alcanzar la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos Lima 2019 ¡La presea más importante del Taekwondo en los últimos 24 años!

Yo leo en cada renglón que lo trae en la sangre. Ella también lo hace, porque me confiesa que su papá era un atleta destacado. Un personaje del que prefiere no hablar mucho, pero sí contarme cabizbaja, que en cada paso personal y deportivo lo extraña un poquito más.

-Neshy gracias por todo. Un honor conocer y escuchar la historia de tremenda promesa.

-Con mucho gusto, a mí esto de las entrevistas me cuesta un poco.

-Nombres, desde el saludo supe que todo iba sobre ruedas.