Creo que alguna vez nos habíamos visto, me suena su nombre. ¿Les dieron café o algo para tomar? 

No, pero si estamos muy bien gracias. 

Me hace gracia como la gente a veces dice “me suena su nombre”. ¿De dónde salió esa frase? Al menos, sé que para Jorge Vargas Cullel, director del Programa Estado Nación (PEN) mi nombre ha de sonarle porque nos conocimos hace tres años, mientras lo entrevistaba para un proyecto personal.

En aquella oportunidad me llevé una gran lección que habla mucho de su personalidad. Vargas Cullel me contó una anécdota sobre un amigo suyo. El amigo es extranjero, entonces durante una visita le propuso a Jorge que la próxima vez que se vieran fuera en tres años.

La visita agendada había quedado anotada en un papelillo que Jorge luego no supo dónde dejó. Cuando la fecha se cumplió su amigo lo llamó, “aló, ¿Jorge?”. Y se vieron. 

La lección fue sobre el valor de planificar para lograr que las cosas sucedan.

El Programa Estado Nación es un centro de investigación sobre el desarrollo humano sostenible en Costa Rica y Centroamérica. Entonces, si existe alguien que puede tener una visión integral, y capaz de hacer un análisis basado en datos y hechos comprobados de manera balanceada, es Jorge Vargas Cullel. 

Además, ante la normalización del desastre, Jorge aparece como una voz relajada e irónica. Su columna semanal en el diario La Nación, es una muestra de ello. Pero claro, sus 400 palabras semanales no permiten esbozar un análisis integral sobre la situación actual. Eso hacemos hoy. ¿En serio somos un país tan mal logrado? 

Digo, cotidianamente enfrento necesidades de todo tipo. Sociales, me frustra saber sobre la pésima calidad de la educación pública en escuelas y colegios, saber que seguimos estancados en niveles de pobreza. Necesidades políticas, bueno… aquí mejor ni empiezo. Y también enfrento necesidades personales, a veces económicas, a veces de oportunidades, etc.

Pero, yo soy periodista, y reconozco que estoy muy expuesta a todo tipo de información que, en ocasiones, me resulta muy desalentadora. ¿Estaremos todos y todas igual?, ¿Está todo tan mal como lo percibimos? ¡Don Jorge, ayuda!

PRIMER ACTO: HOUSTON, TENEMOS UN PROBLEMA

¿De qué nos podemos agarrar los ciudadanos para entender lo que está sucediendo en Costa Rica, y cómo enfrentarlo sin caer en la desesperanza, en medio de un ambiente como el que hemos vivido durante las últimas semanas? 

Mire, yo siento que para responder cómo va el país tenemos que dejar de vernos solo nosotros, y más bien poner a Costa Rica en una mirada comparada. 

Cuando uno tiene esa mirada comparada varía las conclusiones que uno podría sacar si  solamente se ve a uno mismo. 

¿En qué consiste esa mirada comparada? 

En términos generales, mucho de lo que en el sistema político costarricense ocurre, es fundamentalmente una crisis muy severa de representación política: la ciudadanía no se siente representada por las autoridades ni por el Congreso; un Estado que tiene muy poca capacidad de enfrentar y procesar demandas ciudadanas, existe una creciente conflictividad social de nuevos grupos y también hay una pérdida de confianza de la ciudadanía en la política y en las instituciones. 

Pero esto que nos aqueja en Costa Rica, es algo que comparten las democracias más avanzadas del mundo.

En las democracias más maduras del planeta, entre las cuales está Costa Rica (por subdesarrollados que seamos), esos fenómenos también ocurren, por ejemplo países más desarrollados de Europa, o Estados Unidos. 

Mal de muchos consuelo de tontos... 

Cuando uno hace la mirada comparada tiene dos conclusiones. La primera es que efectivamente estos otros países son democracias que se han convertido en sistemas políticos vulnerables. Vulnerables en el sentido de que han dado lugar a cuestionamientos por parte de fuerzas anti democráticas, han sido vulnerables porque ya no hay un acuerdo de parte general de que la democracia es el único juego para jugarse en la política. En ese sentido son democracias vulnerables, y Costa Rica es una democracia vulnerable. 

Pero al mismo tiempo Costa Rica ha tenido una resiliencia bastante especial. Por serios que sean nuestros problemas, el conjunto de fuerzas populistas o abiertamente antidemocráticas no han tomado el poder, aún. 

Entonces, si usted lo ve en perspectiva comparada esta es de las pocas democracias en donde el asedio populista, no ha logrado hacerse del poder. 

Vea usted en Estados Unidos, Inglaterra, Italia, donde el presente es sumamente confuso. Ni hablar de las democracias que pueden haber en Europa del este.

La segunda es que, en la parte del funcionamiento de la economía y la distribución de la riqueza, en Costa Rica (como en varios países de ingreso medio y alto) efectivamente ha habido una tendencia a ampliar las desigualdades. Sobre todo las desigualdades en la repartición del ingreso.

Hay una segunda característica que Costa Rica comparte con varias de las economías incluso más avanzadas. Y es que son economías que pueden crecer pero generan poco empleo. Estamos generando poco empleo de calidad.

Eso a nosotros hace rato se nos desconecto, el crecimiento económico y la producción del empleo. Este problema estructural lo compartimos también con otros países de ingreso medio, incluso de ingreso avanzado, sin embargo hago un énfasis en que Costa Rica ha sido particularmente intenso en este proceso. 

En resumidas, primera lección: muchos de los males que nos aquejan a nosotros, aquejan a las democracias maduras en el mundo. 

En estas democracias, los sistemas políticos se han vuelto vulnerables, no están logrando dar respuesta a la ciudadanía.

Sin embargo, en este contexto sorprende que la democracia costarricense ha tenido resiliencia, mientras en democracias de países desarrollados los populistas han tomado poder, y están erosionando el Estado de Derecho.

Esa resiliencia es un punto a favor, pero no garantiza absolutamente nada. Simplemente dice que hasta el momento usted no se ha ido en la tira. Nada más. Y eso no es poca cosa.

Segunda lección: Aún con nuestra resiliencia no nos escapamos a mostrarnos como un país incapaz de crear empleos de calidad aún cuando la economía crece. En este contexto Costa Rica comparte el problema con otros países de renta similar a la nuestra, pero acá ha sido mucho más fuerte e intenso el problema.

Entonces, en la parte política uno diría, pucha, cómo ha logrado esta democracia sostenerse, pero en la parte económica y social uno diría, caramba aquí más bien tenemos un problema estructural de mayor intensidad que en otros países.

En la sala de reuniones cuatro también nos acompaña Lucho, nuestro periodista estrella. Hoy Edu no pudo tomar las fotos. La sala es de paredes de vidrio y hace una temperatura ideal. Vargas Cullel, sociólogo de base, continúa su lectura de la situación del país. 

"Otra cosa que Costa Rica también comparte es la tendencia de los crecientes problemas Fiscales del Estado de bienestar.

Este problema lo vemos en casi todos los países que tienen estados de bienestar más o menos robustos. Pero en Costa Rica también es particularmente intenso, especialmente intenso. 

Nuestro proceso de endeudamiento ha sido muy rápido y ve limitado enormemente las capacidades de entregar a la población la política pública. 

No fue sino hasta el año pasado cuando se crearon algunos elementos que, en el mediano plazo, pueden alterar el ritmo en que estaba creciendo el problema. Porque aquí ni siquiera se habla de soluciones.

Y, finalmente, como en otras democracias hay problemas muy importantes de gobernabilidad. Para empezar tenemos un Gobierno que nunca había tenido tan pocos votos. Fíjese usted, estamos hablando de que en primera ronda tuvo el 21% de los votos válidos, eso es más o menos el 12 o 13% del padrón electoral. 

Además, [el Gobierno] tiene la bancada más pequeña que ha tenido un gobierno. Entonces sí, compartimos estos problemas de gobernabilidad como otras democracias pero tenemos un matiz propio, según nuestras propias condiciones. 

Entonces, cuando usted me pregunta cómo estamos, lo que quiero decirle es que no estamos muy distintos de lo que está ocurriendo en otras partes del mundo".

SEGUNDO ACTO: ESTO NO ME TOCA A MÍ

Con el primer vistazo hecho por el director del PEN, podemos entender que las democracias del mundo pasan por un embate no deseado. 

Ahora, ya viéndonos en profundidad, estamos en una situación sumamente complicada.

Costa Rica tiene que lidiar con asuntos de carácter estructural que urgen ser resueltos en un plazo muy corto por personas que están en la peor condición posible, recalca Vargas Cullel. 

Estructuralmente tenemos esa desconexión entre la estructura productiva y cómo crece el empleo. Así, a largo plazo, ninguna sociedad puede sostenerse.

En este momento, la receta clásica que sería que el Estado venga y haga una política de fomento productivo y meta mucha inversión, no se puede hacerse porque existe un problema fiscal muy grande. 

Entonces uno dice, pucha, tengo que atender el problema de desconexión estructural de otra manera. Eso se resuelve transformando la matriz productiva. No basta la reactivación económica. Porque si nosotros reactivamos lo que hay, si va a crecer más rápido... 

Pero no van a crecer todos... 

Exacto. Además, tenemos un problema fiscal que nos hace pensar que se debe meter tijera, pero ¿por dónde? Ahí empieza la danza: No me toca a mí. 

Qué es justamente lo que tenemos ahorita con la regla fiscal, por ejemplo.

Ahí el pleito es quién es el palmito. Sabiendo que tenemos que contener el gasto, en términos de economía política ¿quién pagará la factura?

Probablemente los que paguen la factura sean los desorganizados, los ciudadanos de a pie que no tiene nadie que los defienda, en el corto plazo. Porque al final todos nos vamos al carajo.

Es el pleito que sucede en la cubierta del Titanic. Usted y yo peleando quién se lleva la loza más fina, pero al final el barco se está hundiendo y la loza no se la va a llevar nadie. 

Don Jorge, ¿cuándo cree usted que ocurrió el momento en el que se desconectaron las instituciones, los sectores y los ciudadanos, de la realidad del país?, ¿cuándo dejamos de entender que si no me sumo a la solución, nos hundimos todo? 

—Mire, es que no hay ninguna confianza. Hay un problema de confianza y expectativas. Es decir, si yo hago una concesión, ¿cómo sé que usted hará la suya? 

Nosotros estamos en una época donde lo que se administran son sacrificios. Pero la administración de sacrificios requiere de un acuerdo político.

Este acuerdo significa un sinceramiento de decir “mirá, 2019 será un mal año, 2020 será un mal año, 2021 no sabemos... Pero si las condiciones internacionales no cambian mucho, o no nos cae maná del cielo, o viene algún multibillonario que nos dé un montón de plata, la cosa va a estar difícil”. 

Aquí es cuando, más allá de la mirada internacional, uno debe de reconocer que Costa Rica está en un momento en donde las cosas deben manejarse con extremo cuidado. 

La gente puede golpear a este Gobierno porque es muy fácil, pero cuidado si usted lo golpea demasiado, ¿con qué se queda? 

TERCER ACTO: RECALCULANDO

Vamos retomando. Todo hasta el momento es sumamente pesado. Es decir, no somos tan diferentes del resto de países con sistemas políticos vulnerables, y los problemas fiscales que nos aquejan son también conocidos por los países con estados de bienestar como el nuestro. 

Como quien dice, mal de muchos consuelo de tontos. Pero bueno, que no todo puede ser tan malo.

En esas condiciones, ¿qué opciones hay? 

—Para mí hay un elemento importante: Las expectativas. 

Hay un tema de expectativas que debemos trabajar porque se está sentando un relato de que vamos para el despeñadero. De que estamos refritos, por toda la complejidad que estamos manejando.

Pero siento que hay que alterar la estructura de ese relato. El gobierno obviamente es una parte muy importante pero no solo el gobierno. 

Es decir, aquí hay medidas de confianza recíprocas que hay que empezar a crear y decir: “vamos para tiempos difíciles, pero no es que vamos a perder el modo de andar”.

Podemos navegar en estos tiempos difíciles y salir fortalecidos. En esto tengo un elemento de comparación: Winston Churchill en los años 40. Él dice “yo lo único que tengo para ofrecer es sudor, sangre y lágrimas, pero vamos a vencer”. Ahí hay un relato. 

Si Churchill hubiera negado que iban perdiendo... la gente no es tonta, se hubiera preguntado, ¿cómo vamos ganando si nos están dando hasta por debajo del hocico? Pero no, él reconoció lo único que podía ofrecer y dijo “nos unimos, perseveramos y vamos a triunfar”. Y la gente generó un proceso de unión. 

Aunque este es un caso extremo, es un caso en el que se altera el relato. O sea, sí le está yendo mal pero usted puede y dice vamos a poder. Y yo siento  que el gobierno y los partidos tienen que decir “está bien vamos a pelearnos, pero no vamos a hacer ciertas cosas”.

Es decir, como cuando se meten a un ring de boxeo. El réferi dice ustedes pueden pegarse acá, pero no pueden morderse, no pueden pegarse por debajo del ombligo. 

Hay ciertas reglas que establecen el modo de pelear, porque aquí nadie va a decir “Trilce dejémonos de cosas por el bien común”. No no.

Hay distintas maneras de entender qué es el bien común, pero es cierto que usted y yo podemos establecer ciertas reglas de manejo del conflicto, que a mí me parecen urgentes establecer.

¿Por ejemplo? 

—Creo que no se vale poner a terceros, chantajear a terceros. Por ejemplo, soy un sindicato o soy un grupo de la gasolinera y entonces digo muy bien quiero tener algo y voy a paralizar esta institución. En ese momento secuestro a un montón de población y la uso como escudo humano en contra el Gobierno. 

Cómo lo que sucedió con la Caja...

—Diría que ahí es evidente. Pero, imagínese usted a un grupo empresarial que suministra algo muy importante y dice “ah no yo paro”; también lo puede hacer un diputado en la Asamblea Legislativa cuando se para en la escoba y dice “aunque haya cientos de miles de personas que dependen de esto, si a mí no me dan esto yo impido el avance de tal cosa”. 

O sea, si usted quiere manifestarse hágalo en la calle, pero no haga un bloqueo.

En la dinámica social y política que estamos viviendo, ¿usted ve que esto sea posible? 

Me parece que sí. Creo que es posible porque, no creo que se esté limitando a nadie al decir “no estoy de acuerdo”. Simplemente lo que digo es que, usted puede discutir, hacer presión, lo que usted quiera, pero no implicar a terceros. Creo que esto es una regla operacional. 

Creo que otra regla operativa es, y aunque creo que va a costar mucho, el uso de la mentira y el fake news, como método para deslegitimar al adversario. Este es un punto no negociable, porque estamos caminando en arenas movedizas. 

Otra regla sería, aunque no me gusta la palabra,  pero es la que usan en Europa, aplicar el cordón sanitario. ¿A qué me refiero? Cuando hay actitudes de grupos abiertamente antisistema, a veces la tentación de la fuerza de movilización popular es importante. Pero, en algunos países les han dicho no. Con los extremos nadie entra en tratos. Esta es una regla funcional, la cual no da cabida a las personas que están apostando a ponerle una voladura al sistema. 

¿CÓMO SE LLAMA LA OBRA? SÍ SE PUEDE

Como les conté al inicio de este texto, el sociólogo tiene una manera empática y humana tanto para reconocer el problema en el que estamos como país, pero también para decir hey estamos a tiempo.

Para terminar nuestra conversación, Jorge Vargas Cullel no deja por fuera la palabra de moda: diálogo. 

Diálogo es una palabra que se ha prostituido en este país. Se ha resemantizado. Ahora diálogo significa que usted acepte lo que yo tengo que decir, pero si usted me dice no entonces usted no quiere dialogar.

"Entonces lo que he dado, Trilce, son algunas reglas operacionales que a la larga permiten estructurar un relato alterno. 

Es decir, por difícil que sean las circunstancias, esta sociedad tiene la capacidad de tratar de empezar a trabajar en esas diferencias y ver cómo hacemos, a pesar de nuestras diferencias, lograr cosas que son fundamentales para que no nos hundamos, o para que no haya una crisis que tenga costos sociales, económicos y políticos fuertes. Debemos jalar la carreta parejo. 

Son medidas que dan confianza básica. No es que la gente va a deponer sus visiones, ni se está pidiendo que todo mundo acuerde un mismo proyecto país, simplemente se está diciendo que hay ciertas cosas que son demasiado importantes y que hay que manejarlas con cuidado.

Me parece que permitiría transitar estos años difíciles sabiendo que, no vas a estar jugando con fósforos cuando hay gasolina regada por todas partes. 

¿Qué es lo más fácil para una fuerza política? Jugar a la polarización. Porque la gente está ahuevada, descontenta; siente que este es un gobierno que ni siquiera tuvo luna de miel, pero si no es el gobierno es cualquier cosa. 

Es facilísimo jugar a la polarización, pero ese juego de polarización alimenta el relato".

De que estamos a un paso... 

—Sí, de póngase así en modo desastre porque vamos para abajo. Pero, por difícil que sea la situación todavía estamos flotando. Todavía estamos vivos. Y mientras estemos vivos hay posibilidad de manejar. 

Yo con esto no minimizo la dificultad y creo que la he tratado de exponer, pero debemos cambiar este relato que nos está matando. 

Para terminar don Jorge,  eso que usted me ha dicho es una vía, una solución a nivel político y de los actores que están en los puestos de toma de decisiones. Pero a nivel ciudadano, ¿qué podemos hacer para mantenernos no hay estado de crisis, pero sí de alerta? 

—Que complicado porque cada ciudadano es un mundo... Claro que si el ciudadano dialogante, imperativo y perfecto existiera estaríamos todos ahí participando, pero eso no ocurre en general en las democracias representativas.

Hay cuestiones de actitudes individuales las cuales uno diría, bueno si no querés participar, al menos no comás cuento tan fácil como lo hacés con las fake news

Activarse en lo que usted quiera, porque una ciudadanía interesada en un asunto público (aunque en conjunto sean distintos asuntos públicos) es una ciudadanía que tiene invertido su afecto y su confianza en que se pueden hacer cosas dentro del sistema. 

Me parece que si a la democracia se la deja a solas, y la ciudadanía dice “a mí no me interesa, eso es todo un circo y un baile”, ocurre como le pasó al centro de San José. 

A las 8 de la noche todo mundo se fue de ciertas zonas y los habitantes que llegaron fueron otros. Bueno, si la democracia es un terreno de nadie ahí cualquiera prevalece. 

***

Esta semana, creo que no hace falta un cierre elaborado. Vargas Cullel es bueno para las anécdotas de despedida, esas de las cuales siempre se aprende. 

Yo de joven conocí a una Costa Rica en crisis. Entrando en mi primer trabajo era la época del desastre de Carazo, la crisis de los 80. Yo estaba muy jovencito pero trabajaba, y mi salario pasó a valer una quinta parte en pocos meses. Yo vivía con mis papás... 

Tengo muy marcado eso. Ingresé a la edad adulta-productiva en un país en crisis, que tuvo una década muy dura. Aunque personalmente no fue así, para la sociedad lo fue. Yo no quisiera que 40 años después, cuando voy de salida, decir jueee [puta]... Otra vez. 

¿Por qué? Porque a mí me va a afectar, y a muchos como ustedes [nos señala a mí y a Lucho], pero no serán los más fregados. 

Los más fregados son, como en los 80, la gente de a pata. Una generación entera que tuvo que salirse de estudiar a trabajar, y que hoy tienen 40 y 55 años y no tienen opciones. 

Hay alguna gente que dice que esto [el país] hay que dejar que se caiga porque lo nuevo surgirá. Pero, en primer lugar, ¿quién dice que lo nuevo será mejor, y segundo lo dicen porque son quienes están abajo llevándose el huevazo. 

Si usted me pregunta mi posición ética, es hacer todo lo posible para que esto no ocurra, mientras exista la posibilidad. 

De que la mano es complicada, es complicadísima, y creo que lo dejé claro, pero todavía estamos flotando. No estamos fritos. No estamos muertos.

Ya saben. Estamos a tiempo. Aún podemos. Gracias por leer, nos encontramos la próxima semana. Recuerden que siempre me encuentran en [email protected]