Cada sábado almuerzo con mi madre y le doy un resumen más a fondo del acontecer político y social, como complemento a lo que hemos publicado a lo largo de la semana en nuestros reportes. Ella ha notado que mes a mes he venido perdiendo entusiasmo, ofreciendo reportes cada vez menos felices, más preocupados. Tengo dos años leyendo de estoicismo y aun así no he podido evitar que “todo esto” me golpee el ánimo. Sé que lo nota y quisiera no transmitirle preocupación por el país o por mi estado mental, pero también sé (y sabe ella) que ese espacio donde puedo decir todo lo que no puedo decir en los reportes me resulta, de alguna manera, terapéutico.
Pobre mamá. Le toca bancar con todas.
En efecto, he sentido la necesidad, en estos días, de poder darle “off” a Costa Rica por un par de semanas con la esperanza de regresar y encontrarla mejor. He procurado, hasta donde ha sido posible, no dejarme llevar por el pesimismo y la desesperanza que nos abruma, tal y como lo reflejó CIEP en su más rec...