El escritor latino de la antigua Roma, Publilio Sirio (85 a.C -43 a.C) una vez escribió la siguiente frase: “Cualquiera puede sostener el timón cuando el mar está en calma”. Para dicho escritor, es cuando surgen las dificultades que el auténtico liderazgo se pone a prueba.

Para nadie es secreta la convulsa situación en la que se encuentra nuestro país:

  1. Dividido después de una polémica campaña electoral.
  2. En una situación económica inestable.
  3. Con una tasa de desempleo de las más altas de los últimos años.
  4. Ante un descontento muy marcado contra la clase política.

Muchos le critican al Gobierno actual carencia de liderazgo y flaqueza en la toma de decisiones; son altas las expectativas cuando las cosas no van tan bien. Independientemente de si el Gobierno está o no está realizando una buena labor, la percepción general es que hay carencia de dirección; el barco camina sin capitán.

Un Gobierno que empezó su gestión con una aprobación muy alta, luego de haber ganado la segunda ronda electoral con más de un 60% de los votos, pasado un año de mandato pareciera haber perdido el impulso, y lo más importante: la confianza.

Decía Maquiavelo que un gobernante debe, ante todas las cosas, conducirse con sus gobernados de modo que ninguna casualidad, buena o mala, le haga variar, porque si acaecen tiempos penosos, no le quedaría ya lugar para remediar el mal; y el bien que hace entonces, no se convierte en provecho suyo. El pueblo lo mira como forzoso y no lo agradece.

¿Llegó el gobierno de don Carlos a este punto, o llegó realmente nuestro Estado en general aquí? Pareciera que cualquier acción buena que sea realice desde el Ejecutivo o el Legislativo, nunca es agradecida, sino que se ve con reproche como un acto forzoso: “Lo hicieron por que tocaba”.

¿Por qué llegamos a este punto? Para ser líder, no basta con serlo sino aparentarlo. Humes indicó que “el arte de la comunicación es el lenguaje del liderazgo”; es decir, un líder tiene que ser capaz de comunicar correctamente sus metas y logros, para que quienes le siguen, tengan un claro panorama de hacía donde va el barco. Asimismo, un líder tiene que ser capaz de aceptar y valorar el clamor popular.

Ser líder, no es alzar la voz para escucharse por encima de los que lo critican. Un líder escucha, razona y expone su visión de por qué sí o por qué no se tomará en consideración lo que se le solicita. Al final, lo que más le importa al ciudadano no es que se manejen las cosas a su gusto, sino que se manejen bien. Tener seguridad de que se va por buen rumbo y que hay un plan y objetivos a seguir y a cumplir.

¿Qué necesita Costa Rica? En primer lugar, nuestro país necesita que le devuelvan la confianza. Debemos volver creer que somos capaces de ponernos en rumbo hacia la estrella del bien común. Necesitamos un liderazgo fuerte, con carácter y pensamiento, con visión y acción. A los débiles de carácter, digámosle: ¡atrás!

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