Ante el aniversario 250 del natalicio del científico Alexander von Humboldt, me permito explicar parte del legado que heredó a Costa Rica, al gestionar la llegada de sus colegas científicos Alexander von Frantzius y Karl Hoffmannn.
La sed de investigar el mundo, principalmente los continentes donde se había descrito muy poco sobre naturaleza y hasta inexplorada en grandes zonas, lleva al señor von Humboldt a un viaje de descubrimientos en gran parte de América.
A sus 84 años de edad, en 1853, escribe una carta al entonces presidente de Costa Rica y Héroe Nacional, Juan Rafael Mora Porras, en la que solicita protección para las investigaciones de los científicos Alexander von Frantzius y Karl Hoffmann.
El legado que estos señores dejaron en Costa Rica es impresionante, contribuyeron en gran manera en el desarrollo de la medicina, biología, antropología y hasta en Vulcanología.
Nuevos descubrimientos
En el caso del señor Hoffmannn, participó en la Guerra contra los filibusteros, trabajando como médico y gracias a su destacada labor fue designado Cirujano del Estado Mayor. Asimismo, su pasión por la botánica y la fauna, lo llevó a describir nuevas especies. Un total de 38 especies de plantas y animales llevan su nombre, entre ellos el pájaro carpintero (Melanerpes Hoffmannii) y el oso perezoso de dos dedos (Choloepus Hoffmannii). Además, estudió el volcán Barva, Irazú y Turrialba, este último lo describía en 1855 como “el siempre humeante volcán Turrialba”, registro útil para entender cuanto duraron las erupciones del siglo XIX de este volcán. En la Cordillera de Talamanca, cerca de la frontera con Panamá, un cerro de 2570 m.s.n.m. lleva su nombre.
Por otro lado, don Alexander von Frantzius trabajó más como médico a su llegada a Costa Rica, sabía de odontología y en una ocasión le llevaron una botella con un agua muy particular, que utilizaban algunas personas para sacarse los dientes, era nada menos que una muestra de agua de la Laguna Caliente del volcán Poás. Años después, él contacta a Miguel Alfaro, aventurero costarricense y primero en descender el volcán Poás. En esa excursión, se iniciaron las investigaciones del lago ácido más estudiado del planeta. De hecho, el volcán ubicado al Norte del cráter activo lleva su nombre y muchos de estos relatos se encuentran en su libro “Aporte al conocimiento de los volcanes de Costa Rica”. Von Frantzius también trabajó con las aguas termales de Costa Rica, creando el primer catálogo de estas en América y estudió el Valle de Orosí junto con las costumbres y tradiciones de los indígenas que lo habitaban.
No es coincidencia que el señor von Humboldt escogiera un país como Costa Rica para enviar a estos dos grandes científicos, en un momento, donde estaba el estadista Rafael Mora Porras. En el caso de von Frantzius, tuvo un estudiante, José Cástulo Zeledón, a quien llevó a Estados Unidos para que estudiara. Así como tampoco es coincidencia, de que el señor Zeledón fuera el maestro de los destacados científicos costarricenses Anastasio Alfaro y Fidel Tristán, de hecho, el estilo de narración de los volcanes que conoció von Humboldt es muy similar a los escritos de Fidel Tristán.
Un legado que inició con una carta y una aceptación de dos grandes pensadores, von Humboldt y Mora.
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