A los 100 días de la Administración Alvarado Quesada, reflexioné en el plenario legislativo sobre el desempeño inicial de su administración. Lo hice, dejando claro que los simbólicos 100 días no eran suficientes para exigir obras concretas a un gobierno. Pero 365 días, y casi 2000 días del Partido Acción Ciudadana en el poder, si me permiten señalar acciones y pedir cuentas.
Concluimos un año 2018 muy complejo. Nuestras instituciones, nuestras empresas y nuestros trabajadores y trabajadoras, sufrieron la amenaza de una crisis financiera y económica, y muchos aún hoy experimentan las consecuencias de ese trance amargo por el que el país nunca debió pasar. La Asamblea Legislativa durante su primer año, tuvo que resolver en el corto plazo temas complejos y tareas largamente pospuestas, para cumplir con las expectativas de una mayoría ciudadana.
Después de pasada la reforma fiscal, nos seguimos preguntando, las y los costarricenses pero especialmente los legisladores, cuáles son las prioridades del gobierno de turno y las grandes líneas de acción para abordarlas. A los 100 días de gestión Alvarado Quesada no nos quedaba clara la ruta planteada para el desarrollo, y a un año de gestión tampoco. El informe de rendición de cuentas presentado por el Presidente, pese a ser conciliatorio, no da respuesta de los retos país que cada día se hacen más apremiantes.
El concepto del Gobierno del Bicentenario, sigue sin tener contenido concreto. No nos queda claro si el proyecto del Gobierno del Bicentenario es uno ideológico o pragmático, o si es uno para inspirar o para ejecutar. A un año de gobierno, sería ideal tener claro cuáles son las reformas trascendentales que el gobierno propone para enrumbarnos hacia nuestros próximos 50 o 100 años de vida independiente. Esa falta de claridad y de visión es precisamente la que ha alimentado durante este año la desconfianza y la sensación de pérdida de rumbo entre los costarricenses.
La crítica. Definitivamente este país lo construimos entre todas y todos. La pregunta es: ¿cuáles proyectos han llegado a la Asamblea Legislativa como parte del Gobierno del Bicentenario? Otros países de la región y del mundo avanzan a un ritmo más acelerado que el nuestro. Un país que pretenda alcanzar el desarrollo no puede únicamente construir sobre los logros del pasado, o de lo contrario el futuro nos alcanzará. Son múltiples y complejos los desafíos que enfrentamos como nación y que implicarán un cambio significativo en el modelo de Estado que tenemos. Ejemplo de ello son la cuarta revolución industrial y el envejecimiento de nuestra población
La falta de visión de este gobierno, también se evidencia en temas muy concretos, como en infraestructura. El Plan Nacional de Desarrollo carece de metas ambiciosas y que funcionen como verdaderos catalizadores del desarrollo nacional. Estamos enfrascados en los vaivenes de los gobiernos de turno en materia de infraestructura.
Se evidencia también en la falta de planes para reducir la pobreza. Lo que hasta ahora se ha presentado a la ciudadanía no alcanza para atender los serios retos sociales que tenemos de frente. El Gobierno presentó a once meses de gestión un plan de combate a la pobreza que vuelve a plantear algo que ya existe: la gestión ordinaria de las instituciones del sector social. La propuesta, que sólo se conoce por notas de prensa, no contiene ideas ni políticas innovadoras para impulsar una agenda social que priorice la atención de las poblaciones más vulnerables no solo frente a la situación económica actual, sino también frente a las causas estructurales de la pobreza y la desigualdad.
Como corolario de la falta de visión del gobierno, están las voces múltiples y contradictorias: los diputados oficialistas que se han opuesto a los proyectos de ley para ingresar a la OCDE, las contradicciones entre COMEX y MAG respecto a la OCDE y la Alianza del Pacífico, las negativas a aplicar las normas de empleo público en las instituciones autónomas. Frente a esto: ¿Qué podemos esperar de la implementación de nuevas normas en materia de empleo público, de la implementación de medidas para la contención del gasto público o de la regla fiscal, ambas incluidas en la Reforma Fiscal?
El liderazgo del gobierno genera serias dudas en materia presupuestaria y eficiencia del gasto. Esto ha quedado claro con hechos como los pagos de deuda por 182.000 millones de colones por parte de Hacienda sin la debida autorización legislativa, así como por la evidencia del faltante presupuestario, y del resultado de las normas presupuestarias implementadas en el presupuesto 2019, que han permitido un mayor control del traslado de partidas.
La falta de visión se revela una vez más en la insuficiente agenda de “reactivación económica” propuesta por el gobierno. Desde la oposición no criticamos la agenda económica del gobierno solo porque nos parezca incompleta, o mal planteada, sino sobre todo porque nos preocupan los casi 300.000 costarricenses que buscan empleo, sobre todo jóvenes y mujeres, quienes a pesar de la disposición de trabajar no encuentran una oportunidad.
¿Cuánto más vamos a esperar para que las grandes reformas que el Poder Ejecutivo debe proponer e impulsar incidan directamente en nuestra competitividad? ¿Qué pasó con los resultados de la comisión que iba a rediseñar SETENA? ¿Cómo se piensa recuperar la confianza que los sectores productivos y los costarricenses necesitan para mejorar y hacer crecer la economía? ¿Cómo se reducirán el desempleo y la informalidad? ¿Cómo se reactivarán los proyectos productivos? ¿Cuánta inversión extranjera esperamos atraer? ¿Cuáles serán las grandes reformas al Estado? ¿Cómo piensa el Gobierno modernizar las instituciones públicas? ¿Por qué el Gobierno no se refiere a RECOPE en su informe de labores?
Más preguntas que respuestas. Al cierre de mi intervención a los 100 días del gobierno de Carlos Alvarado Quesada hice la siguiente pregunta: ¿cuál es la agenda que viene después del trámite de la reforma fiscal? Pero a 365 días de Gobierno la disyuntiva radica en ¿Cómo vamos a alcanzar las promesas de campaña si no podemos resolver las necesidades de las y los costarricenses de hoy?
El ejercicio realizado por el presidente fue más descriptivo sobre lo que se espera cumplir, sin metas concretas, casi exponiendo el Plan Nacional de Desarrollo, cuando a 365 días de Gobierno ya se deben traer resultados. Además, pese a ser la primera vez que como país hacemos el ejercicio de un “Gobierno de Unidad Nacional” no hay referencia alguna a los resultados de la unión entre el PAC y el PUSC para gestionar los asuntos propios del Poder Ejecutivo.
Cuando no hay claridad en lo que se quiere, es difícil llegar a buen puerto. La tarea se complica aún más cuando percibimos que los problemas que enfrentamos hoy como sociedad son mucho más graves que hace cinco años. El estancamiento que el país experimentó durante la pasada administración es preocupante, así como la concentración del actual Gobierno en manejar la crisis del presente y administrar el Estado más que modernizarlo.
Un año de gobierno puede sonar poco para algunos, pero cuando se tiene en las manos el destino de un país que requiere con urgencia un rumbo, un año es mucho tiempo. Como Asamblea Legislativa hemos respondido a los retos planteados durante este primer año, pero es trascendental contar con la iniciativa, visión y claridad política permanente del Poder Ejecutivo. Celebro la presentación de los proyectos de empleo público y de transformación de FONABE para concentrar la administración de los programas sociales y reducir costos de operación. Estudiaremos con seriedad las propuestas presentadas y haremos las sugerencias que consideremos pertinentes para ayudar a devolverle la confianza a las y los costarricenses.
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