El sector pesquero en Costa Rica ha venido enfrentado una larga y dolorosa crisis en los últimos años. Ha sido más de una década de ver cómo la condición de vida de nuestras familias se sigue deteriorando, mientras tratamos de encontrar caminos que nos permitan finalmente revertir la tendencia y dar un paso al frente.
Hace un año creamos nuevas esperanzas. Asumimos que la llegada de un nuevo Gobierno traería aires nuevos a la gestión de la política pesquera en Costa Rica, pero nos equivocamos. Sin temor a equivocarnos (de nuevo) podríamos decir que han sido doce meses de inconsistencias, desaciertos e indefiniciones.
Esta es la primera vez que ha pasado un año y los dirigentes de nuestro sector ni siquiera han visto de frente al presidente de la República, mucho menos pensar en la oportunidad de explicarle cara a cara cuáles son los problemas y las soluciones que proponemos. Tampoco hemos tenido la oportunidad de contarle lo que estamos haciendo por iniciativa propia desde el año 2004 en la búsqueda de una pesca sostenible.
Solo le hemos visto en medios de comunicación y en alguna que otra actividad protocolaria donde nos hemos acercado para pedirle una reunión sin ningún éxito. Esa es la máxima cercanía que hemos logrado y por eso no nos extraña que este Gobierno esté plagado de inconsistencias y desaciertos. Permítame estimado lector, mostrarle apenas algunas de estas inconsistencias.
- ¿Sabía usted que Costa Rica es el primer país del mundo en establecer a través de un diálogo democrático un plan de acción para la pesca sostenible de grandes pelágicos como el atún, el dorado o el pez espada? De la mano del PNUD, más de 100 personas de diferentes sectores involucrados en la cadena de valor de nuestra actividad participamos en planificar las principales acciones que al país les urge para alcanzar esa meta. En noviembre del año pasado presentamos el resultado del trabajo. Solo falta darle el banderazo de salida, pero aún este Gobierno no sabe qué hacer con el plan y está a cambio elaborando proyectos de ley para adquirir préstamos millonarios y tratar de encontrar soluciones que ya hemos elaborado y validado.
- Hace un par de semanas, el Gobierno anunció con bombos y platillos un viraje en la política de pesca de atún. El anuncio transmitido en vivo desde la Casa Presidencial, no hace más que retomar un proyecto del 2014 en el que nuestro sector estuvo involucrado. Nos gusta que las autoridades pesqueras finalmente entiendan que el ordenamiento de nuestra zona económica exclusiva es clave para asegurar mejores condiciones de vida a las familias costarricenses. No obstante, mientras esto ocurre, el Incopesca emitió para el 2019 un acuerdo para ampliar la cuota y permitir vender licencias de manera temporal a la flota cerquera internacional, aún sin contar con fundamentos técnicos. Como si eso fuera poco, ha estado entregando y renovando licencias de pesca de atún a embarcaciones extranjeras señaladas de posibles casos de pesca ilegal sin realizar ninguna investigación ni cumplir con los compromisos adquiridos con este Sector y denunciados durante el movimiento social de agosto del 2018 ¿Entonces?
- En claro el perjuicio a los pescadores nacionales, a finales del 2018 este Gobierno aprobó el cambio que le permite a la flota pesquera de cerco de bandera extranjera la captura y la descarga en Costa Rica de atún para su comercialización en fresco, no solo para enlatado como se había realizado anteriormente por años. Esto sin duda afecta la economía de nuestros pescadores que compiten en desventaja por la captura y con esta medida ahora al colocar el producto fresco en el mercado nacional.
- El 30 de setiembre del 2018 durante el Consejo de Gobierno celebrado en Puntarenas el Ministro de Agricultura y el presidente ejecutivo de Incopesca ofrecieron a las mujeres peladoras de camarón —actualmente en desempleo— engordar pollos y dedicarse a la producción de huevos. Ofrecer esto en una provincia que por toda una vida ha sido pesquera y considerada la capital de la pesca es realmente no valorar la tradición ni la cultura local.
Estas son apenas algunas de las muchas historias que podríamos compartir de estos doce meses de inconsistencias en la política pesquera. El futuro de nuestro sector parece hoy más oscuro que hace un año.
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