Probablemente la lección más importante que dejó el Siglo XX es una que ya de por sí tomó mucho tiempo terminar de entender y que todavía hoy seguimos confrontando: la violencia solo genera violencia, la violencia no resuelve nada. Ayer, tras conversar con un grupo de personas mayores de 70 años me cruzó por la cabeza otro aprendizaje heredado de los 1900 que también tendemos a olvidar: la desesperanza tampoco sirve de mucho.
Resulta desafiante darse de frente con el cinismo y la apatía de la juventud pero resulta angustiante escuchar la resignación de quienes transitan por la tercera edad. Naturalmente no quiero dar a entender que sea un fenómeno generalizado, en lo absoluto, pero en mi entorno sí podría decir que estoy acostumbrado a personas cuya visión de mundo y de la especie más inteligente que lo habita no es... particularmente optimista.
Como en toda experiencia humana, reitero, abundan excepciones. Mi suegro tiene 86 y resulta un absoluto placer sentarse a conversar con él. En...