Los últimos dos años, hemos visto manifestaciones e ideas que atentan gravemente contra el sistema democrático, en contra de las libertades y de las personas en condición de vulnerabilidad o minorías. También hemos visto en igual sentido, el surgimiento de discursos anti-ciencia, muchas veces promovido por el resentimiento de sectores sociales que se encuentran abandonados políticamente.

Mucho se ha escrito en diferentes medios, sobre como las redes sociales han facilitado la proliferación de los discursos del odio, de racismo, homofobia etc.; muchos temen que el ejercicio magnificado de la libertad de expresión que sufrimos, termine aniquilando el resto de libertades, mediante la imposición de determinadas ideologías morales, religiosas o políticas.

Cada día, aumenta la presión sobre el aparato estatal, para que tenga una posición de mayor intervención en relación con las manifestaciones de las ideas que tanto progresistas como conservadores, vienen realizando en los temas sociales que nos tienen polarizados como sociedad en los últimos años. Este nivel de presión ha llegado a tal punto, que ya no sólo pretenden ambos bandos, la censura de los discursos que consideran discriminatorios, raciales, xenofóbicos, homofóbicos, inmorales, anti religiosos, anti valores, anti familia, anti pro vida, sino que además, ahora incluso se pretende limitar las expresiones o manifestaciones, por ser absurdas, carentes de razonamiento, estúpidas, retrogradas, anti ciencia etc.

Sin embargo, ni la censura previa, ni la sanción posterior a ultranza, terminará generando la revolución social que necesitamos. Los grandes cambios de una sociedad, vienen de la mano del debate sobre las profundas divisiones morales y sociales, y de las ideas que se generen a raíz de este debate. Dentro de lo reprochable y detestable de ciertos discursos, podemos encontrar una suerte de utilidad en la consecución final de una sociedad libre.

Principio de acción y de reacción: Para cada acción hay siempre una reacción igual y contraria

Considero útil que construyamos un ejercicio sobre la libertad de expresión, donde las manifestaciones de odio, absurdas, retrogradas, anti-ciencia entre otras, escapen a la censura y en escenarios calificados a la sanción. ¿Cómo? Por medio de la participación responsable de cada persona, mediante el ejercicio de su derecho de expresión. Procedamos a comunicar ideas que tengan como fin la propagación de la verdad, de argumentos razonados, que sirvan de reacción ante el discurso anti-ciencia, racial o de odio, para que finalmente logremos propiciar la participación de toda la ciudadanía, que tienen derecho de escuchar la información relevante para el desarrollo de sus vidas.

En la coyuntura social actual, puede sonar osada la idea principal de este artículo, pero considero que sí podríamos obtener utilidad social, tal y como lo defendió John Stuart Mill en su célebre ensayo On Liberty:

(…) si todos tienen libertad para proponer cualquier teoría sobre la moral pública o privada, sin importar cuán absurda o impopular pudiese ser esta, mayor será la probabilidad de que la verdad brote del mercado de ideas resultante, y la comunidad como un todo estará en mejores condiciones de lo que estaría si se censuraran las ideas impopulares(…).

No se deben de malinterpretar las palabras de este artículo, puesto que considero que nadie debe de sufrir segregación y vulneración de sus derechos por sus condiciones personales; mucho menos se justifica el daño ajeno aun por motivos tan nobles como la consecución de una sociedad más justa. Pero si creo con total convicción, que la libertad de expresión y de prensa en una sociedad democrática, jamás debe de sufrir censura previa, a pesar de lo incorrecto de su mensaje y menos cuando los hechos evidencian que el mercado de ideas resultante —como reacción— a los discursos incorrectos, están logrando incidir socialmente, como podemos ver con los siguientes ejemplos:

La llamada marcha de la xenofobia se originó a partir de la propagación de ideas sin prueba alguna, que defendían que la criminalidad actual del país es producto de los inmigrantes nicaragüenses. Estas ideas sin sustento, originaron toda una serie de reportajes, debates de opinión, comentarios y artículos, que puso en conocimiento de la población las estadísticas reales sobre la nacionalidad de las personas que cometen delitos en nuestro país, que finalmente demostraron que las personas de nacionalidad costarricense, son las grandes responsables de la delincuencia que sufre Costa Rica.

En el caso del aborto terapéutico, existe en nuestra sociedad oscuridad sobre los alcances de este tema, condición que genera que una mayoría se oponga tajantemente a este tipo de aborto. Después de las manifestaciones de “No hay enfermedad por el embarazo que demande la muerte de la madre”, que fueron consideradas como incorrectas desde la óptica de la ciencia y de la experiencia común, las ideas resultantes que brotaron como reacción, terminaron generando que la verdad científica y médica empezara a salir a la luz. La información resultante como reacción, fue ampliamente discutida en medios de comunicación, propiciando que llegaran a las personas que originalmente tenían dudas sobre el aborto terapéutico, logrando por lo menos que llegara información de calidad sobre el caso a las personas (lo que ya de por sí es ganancia), y en otros casos (por lo menos conozco varios personalmente), que personas que no apoyaban inicialmente el aborto terapéutico, tengan ahora una posición de aceptación.

Con el tema del matrimonio igualitario, tenemos la emisión de ideas que sostienen que este atenta contra la sociedad, la familia, la moral, la democracia y las personas. Como reacción en contra de  las anteriores ideas, se generó la emisión de información sobre el calvario, abandono, desprecio, ataques entre otros, que las parejas con orientación sexual diversa a la heterosexual viven en nuestra sociedad. Fue así, como muchos por medio de la difusión en medios de comunicación y redes sociales, conocieron de personas que no pudieron estar con su ser querido en el hospital mientras este agonizaba, únicamente por ser gay; o como una persona –ante la muerte de su pareja—, no tuvo acceso al patrimonio que construyó con su compañera de vida por ser lesbiana, y ver como ese patrimonio quedó en manos de las personas que las despreciaron y abandonaron; sin dejar de lado como hemos ido conociendo de las historias de abuso, agresión, abandono y muerte, que sufre la población Trans en Costa Rica. Toda esta información que circula ampliamente en redes, es punto de partida clave para generar empatía entre las personas, para que las que son adversas a los derechos de la población LGBTIQ, empiecen a comprender que no están ante seres anormales, inmorales o desechables, sino ante personas que pueden sufrir de las mismas vejaciones que todos podemos sufrir.

La gran discusión de ideas entre: “¡A mis Hijos los educo yo!” y la educación sexual impartida en la educación pública del país, generó durante semanas, la emisión de ideas y de información diversa, que ha despertado como nunca la opinión pública en nuestro país, en relación con tema tabú fuertemente arraigado en nuestra sociedad, como lo es la actividad sexual de las personas jóvenes, los embarazos en personas adolescentes, el uso de los métodos anticonceptivos entre otros.

Lo mismo ha ocurrido con la emisión de ideas sobre los derechos de las mujeres, la ideología de género, las agresiones sexuales, el machismo entre otros. La profunda división social sobre los anteriores temas, la emisión de ideas razonadas y responsables, como reacción a las ideas sin razonamiento alguno, prácticamente tienen los anteriores temas en la boca de la gran mayoría de personas de este país, provocando en los últimos meses, promulgación de políticas públicas, cuestionamientos en contra de añejos sistemas políticos y sociales, denuncia de agresiones que hace años eran impensables, cuestionamientos a los medios de comunicación por su forma de emitir mensajes, hasta discusiones en cualquier red social, sobre los alcances sobre ideologías como la liberal y socialista, en un país donde históricamente no ha interesado este tema.

Incluso los gobiernos, políticos y partidos políticos, se han visto beneficiados a partir de lo que la doctrina norteamericana ha llamado el mercado de ideas. Muchas políticas públicas que promueven los anteriores actores, han sido criticadas tanto razonablemente como arbitrariamente. Esta puesta en escena, se ha convertido en la oportunidad por excelencia para que los políticos puedan razonar en pro de la verdad y llegar así a una mayor cantidad de personas. Un ejemplo de lo anterior, fueron las críticas infundadas o absurdas en contra del llamado proyecto de ley del plan fiscal, que generó decenas de noticias durante meses en todos los medios de comunicación y diversas redes sociales, donde el gobierno tuvo la oportunidad de presentar las pruebas del déficit fiscal que padece nuestro Estado, logrando al fin, aglomerar una legitimación democrática suficiente para obtener la aprobación de la actual Ley Fiscal.

Ya no es extraño, que ahora por lo menos las personas a la hora de ejercer el voto, están identificando mejor los partidos políticos que mejor representan sus intereses; que personas conservadoras manifiesten que jamás votarían por partidos socialistas o por partidos que promueven derechos de las minorías, equivale a un escenario de ganancia social, porque el sólo hecho de que la persona decida su voto por la información que se genera socialmente y de conformidad con sus intereses, es mucho mejor que votar por un partido político determinado porque esa era la costumbre familiar.

Nada de lo anterior sería posible, si las ideas que le son contrarias fueran censuradas previamente o sancionadas, porque únicamente se han podido renovar a punta de su crítica o cuestionamiento, mismo que sería imposible si no se pudiera defender socialmente (acción y reacción). Para que el mercado de ideas resulte en la consecución de una mejor sociedad, no se puede callar ninguna voz; si hoy censuramos una voz, mañana podrá ser la nuestra.

Muchas personas se quejan, sobre lo que llaman el desperdicio del ejercicio de la liberta de expresión, en lo que respecta a las opiniones que emiten personas  de manera desinformada; incluso manifiestan preocupación por la libertad de expresión, temiendo que la misma se encuentre en peligro, ya que consideran que las facilidades que las herramientas tecnológicas nos brindan, están generando que las personas sean manipuladas fácilmente por discursos perversos.

Sin embargo, esa facilidad de expresión, tanto de información de calidad, como de ideas impopulares, incorrectas etc., está generando una participación ciudadana —incluso de las minorías históricamente discriminadas— en temas de relevancia política y social, que era impensable hace algunos años.

Ejercicios de comunicación como este medio de comunicación donde se está publicando este artículo, Double Check, movimientos sociales pro derechos humanos de personas en condición de vulnerabilidad que se manifiestan en redes sociales, marchas, charlas y congresos en Universidades, que han brotado en los últimos años, prácticamente han ejercido labores de información a punta de la reacción de los juicios morales que dividen profundamente nuestra sociedad y que se manifiestan en la expresión de estos por parte de las personas.

Discrepo de aquellos que promueven la censura previa, bajo argumentos de bienestar general. Si bien es cierto, es seductora la idea de impedir la manifestación ideas que puedan generar daños en la sociedad, la historia ha demostrado una y otra vez, que dicha potestad de censura se ha utilizado por parte de gobernantes arbitrarios, para imponer una manera exclusiva de vida que no permita otras manifestaciones, para aniquilar las personas que le hagan oposición o para generar impunidad.

El sistema de rendición de cuentas, que se realiza posterior del acto ejecutado, por lo menos garantiza un juicio de lesividad de las manifestaciones ejecutadas en relación con el objeto del discurso, condición que el sistema de  censura previa no permite, ya que este opera sobre ideas ni siquiera comunicadas, dejando todo el juicio ex ante, en meras conjeturas subjetivas.

Finalmente, no comparto las ideas de aquellos que nos llaman a dejar   las discusiones ideológicas y morales que nos tienen polarizados –para según ellos, concentrarnos en temas de mayor importancia—, ya que abandonar del todo los juicios morales que dividen profundamente a la sociedad, impide la propia renovación de los componentes sociales, mismos que son piedras angulares de esos otros temas de mayor importancia que debemos de resolver como sociedad.

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