Tengo una buena amistad de años con el periodista Alejandro Fernández, con quien en incontables ocasiones hemos discutido temas personales, profesionales y políticos, a veces perdiendo los papeles en el proceso.

A medida que pasa el tiempo vamos encontrando puntos de encuentro cada vez más interesantes, señal, quizá, de una temprana y agradecida madurez (en ambos casos). Nunca hemos dudado de las intenciones del otro, lo que no siempre compartimos es la forma. Y ahí vamos, evolucionando, cuestionando, replanteando y, bue, uno quisiera pensar: mejorando.

Hemos seguido con atención —desde distintos frentes— lo que ha sucedido tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales en los últimos 10 años y constantemente tratamos de entender —como tantos otros en nuestra posición— qué se puede hacer para sacarle un mejor provecho a aquella sopa de desconcierto y volatilidad, especialmente cuando los propios medios, como bien señala Dave Chapelle, tratan de convencernos de que la no...